Sombra 27

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Sombra veintisiete



La fecha de fin de clases cada vez está más cerca. Y, por lo tanto, el campamento también.

He escuchado a Grace y a Carrick discutir sobre el tema.


Por un momento he creído que Grace convencería a Carrick, pero no sucedió. Él se ha puesto muy estricto al respecto. Habla de límites, de la importancia de las relaciones entre las personas.


Hay algo en las palabras de Carrick que me molesta mucho. Él cree que el mundo es como él lo dice. No puede aceptar que yo soy distinto.


Carrick quiere que yo sea como todos, no entiende que yo nunca seré como los demás.

Grace, en cambio, puede notar mi diferencia. Me comprende. Es verdad que eso la hace sufrir. Y yo no quiero que esté mal por mi culpa. Sin embargo, no sé qué puedo hacer para remediarlo.


La idea del campamento ocupa mi mente hasta obsesionarme. No quiero ir.

Hasta que un día sucede lo que cualquiera podía imaginar que sucedería.

Estamos en el colegio.


Uno de los amigos de Elliot se entera de que yo iré al campamento. Y se burla de mí.

Comenta, entre risas, si yo recibiré un trato especial, si me pondrán en una habitación distinta y alejada de todos.


Y esta vez la furia se apodera de mí como hacía tiempo no lo hacía.

Sencillamente, me giro y comienzo a pegarle.

Sin embargo, el chico es fuerte y me devuelve los golpes.

Pero algo extraño sucede dentro de mí. Los golpes me dan más furia y más le pego.

Tenemos una pelea pareja. Mi cara está sangrando, pero eso no me detiene.

Alrededor nuestro se reúnen algunos compañeros.


En un momento creo ver la cara de Elliot que me mira. Parece divertido y expectante.

Algunos gritan.


El alboroto llama la atención de algún profesor que se acerca a separarnos.

Apenas puede hacerlo y le exige a nuestros compañeros que lo ayuden.

Siento como algunos de mis compañeros me toman por los brazos, lo cual me desespera.

Pido a los gritos que me dejen.


"No haré nada, pero necesito que me saquen las manos de encima".


Una mezcla de llanto, furia y pánico se apodera de mí.

Entonces, Elliot interviene y dice que es mejor que me suelten.


Cuando, finalmente, lo hacen, mi respiración comienza a normalizarse.

Voy al baño a lavarme la cara y los brazos. Tengo golpes por distintas partes del cuerpo y estoy sangrando. Pero, lejos de lo esperado, no me asusta, sino que me calma.

El Origen De Cincuenta SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora