Capítulo 6.

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— ¿Dónde estabas?

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— ¿Dónde estabas?

Tan pronto como visualice a Dan dentro del gimnasio no me importo hacerle una señal para que me siguiera a la habitación dónde me daba algunos masajes. No le había visto en la mañana, solo me dejó el desayuno preparado y no mencionó el lugar a dónde iba.

Estaba tomando demasiada confianza.

— Fui al hospital para visitar a mi abuela.

Nunca había mencionado a nadie en este tiempo corto que hemos intercambiado algunas palabras. No le creía del todo pero le iba a dar el beneficio de la duda, de igual forma tarde o temprano tendría su información.

— Voy a hacer como si fuera cierto.

— Es verdad señor, ella está ingresada en el hospital — se notaba un poco nervioso y no podía descifrar si era porque mentía o estaba un poco temeroso de que no creía en sus palabras. Su voz me interrumpió antes de que me diera el tiempo de añadir algo más a la conversación — si eso es todo, voy a la oficina porque me gustaría revisar su historial médico.

Tan solo termino esas palabras, salió rápido y no dejo rastro alguno, salvó un ligero olor a grosella que estaba un poco combinado con el mío por el sexo que habíamos tenido anteriormente.

— Eres un idiota mocoso — ahora venían las ofensas del entrenador Park. Ese viejo la traía contra mí.

— ¿Ahora qué?

— ¿Por qué Dan tiene tú olor?

Bien, no había considerado el hecho de que los demás podían darse cuenta que Dan olía a mi y que siempre llegábamos juntos. Tendría que inventar una excusa para poder librarme de estos estúpidos. Bueno, no, así sabrán que Dan no está disponible para cortejos. He observado a algunos idiotas mover la cola tal cual perros cuando Dan les da una indicación y van como idiotas obedeciendo sus órdenes.

Son tan patéticos.

— Ah, eso — ¿Qué podría decir?, el hecho de que Dan coge conmigo cuando quiero y que su maldito culo es lo más placentero que mi pene había sentido. No, no podía dejar que tuviera siquiera ese tipo de imaginación. Se que no lo haría porque está casado y tiene hijos y ama a su pareja, pero a él no le daría el beneficio de la duda por mucha confianza que le tuviera — como se me facilita tener sus capacidades de fisioterapeuta en muchas ocasiones, le dije que podía vivir conmigo y también él buscaba casa, es un gran beneficio para ambos... ¡espera! — ¿Cómo podría saberlo si es un beta? — sabes que no me importa la jerarquía ni es ofensa, pero, ¿cómo sabes si eres beta?— tenía una leve idea de cómo se había enterado. Ya sabía que esos bastardos estaban como perros en celo. Dan es el único Omega en el gimnasio.

— Papa me lo dijo — ese maldito mocoso, no deja de estar pegado como garrapata de Dan. Quería reír porque se dió cuenta tarde que dijo el nombre.

P E T R I C O RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora