Capítulo 8.

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Me sentía cansado, confundido y con dolor por todo mi cuerpo. Estaba débil y sensible que temblaba, como si todos los nervios de mi cuerpo estuvieran activados. Era una sensación indescifrable que me aterraba y llenaba de pánico al sentirme expuesto.

— ¿Qué tienes? — la voz ronca y mañanera que me saco de los pensamientos enredados me hizo girar el rostro para verle y descubrir la sonrisa de satisfacción y altanería que enmarcaba las facciones de su rostro.

Exactamente, pánico y miedo es lo que ahora estaba sintiendo, combinándolo con cansancio.

— ¿Qué pasó? — me incorpore leve para sentarme y apoyarme del respaldo de la cama cubriendo mi cuerpo entero. ¿Había sido tan cansado como para no recordar absolutamente nada?

— Aparte de llorón, olvidado — Jaekyung no le tomo importancia y se estiró todo lo que pudo en la cama, el suspiro de satisfacción que emitió se hizo presente y podía verle en completa vitalidad ahora mismo — ¿quieres que te recuerde, eh? — me exalte cuando su mano toco mi muslo derecho por dejabo de la sabana y comenzó a moverla hacia arriba y abajo.

— No, gracias — independiente de que haya olvidado por el momento, sabía que íbamos a tener sexo y claro que no quería eso ahora. Podía jurar que mi trasero estaba rojo ya que el picor estaba haciendo acto presencia ahora que era más atento a la situación.

— Que aguafiestas — pero ni siquiera tenía la descencia de quitar su mano de mi pierna, maldito loco — entraste en celo y creeme, me gustaría que lo hicieras otra vez Kim Dan.

Sentí mi cuerpo ligero y no pude evitar el grito de susto que salió de mi boca cuando me levanto como si no pesará y me coloco sobre él, específicamente sobre su erección y tocaba mis muslos sin consideración alguna. Era algo que no me esperaba.

¿Cómo pude haber entrado en celo? No me había pasado, somos irregulares en muchos aspectos y poco fértiles, esto no debía pasar en absoluto.

— ¿Yo?

— ¿Quién más? — su nariz ahora estaba en mi cuello y podía percibir el aroma a petricor por toda la habitación combinado con el mío, era impactante — te pusiste sobre mi y comenzaste a moverte — sus manos subieron lento a mis caderas rozando cada fibra sensible que pudo haber quedado en mi piel, tomándome y moviento lento de adelante hacia atrás — justo así soltabas sonidos, mientras después comenzaste a saltar sobre mi polla como si la vida se te fuera en ello — me tomo un poco más fuerte y simuló penetraciones, haciendo que diera pequeños saltitos sin ser exagerados.

— Mmm...

— Ves, aún sigues sensible — la manera en que susurraba en mi oído me daba escalofríos y erizaba mi piel, mordió leve el lóbulo de mi oreja para comenzar a succionar y seguir moviendo mi cuerpo a su antojo.

P E T R I C O RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora