El ruido de una puerta siendo azotada acababa de despertarme. Para mi desgracia seguía atada en el mismo lugar. Mi cuello me dolía y tenía tantas ganas de gritar, más no podía. Escuché pasos acercándose y yo produje sonidos desesperados con esperanza de que, quien estuviese allí, comprendiera que quiero que me dejen libre.
—Hola, preciosa —era la voz de un hombre. Él sostuvo mi rostro por la barbilla sin ningún cuidado. Traté de apartarme, pero el apretó el agarre—. No deberías quejarte tanto, si no quieres que me divierta contigo aquí mismo.
Sentí cómo ponían una pistola en mi muslo derecho. Me quejé por instinto.
—Muy pronto conseguiré lo que necesito apenas sepan que te tengo aquí. O que, más bien, que sepas que quien te tiene soy yo —rio malvadamente. Silencio—. Juro que, si no tuviera que hacerte esto, ya te hubiera hecho mía —dijo lo más asquerosamente posible, acariciando mi muslo con el arma.
Hice mi mayor esfuerzo por alejar mis piernas de su alcance y solté un cabezazo sin esperar nada. Escuché que se molestó y quejó de dolor porque le di en alguna parte.
—¡Bastarda! —Me soltó un golpe en el rostro con su arma. Ahora fui yo quien se quejó del inmenso dolor. Lloraba, percibiendo el sabor de mi sangre en mi boca.
»Creo que con eso aprendiste tu lección —se dice orgulloso—. Ya nos veremos en otra ocasión, y para entonces espero que seas más cortés conmigo, sino ya conocerás las consecuencias.
Continué llorando.
Escuché como se alejaba el hombre a pasos pesados y azotaba una puerta detrás de él. Unos minutos después, escuché que la misma puerta volvió a abrirse y que alguien bajaba por la escalera.—Ese idiota —escuché la voz femenina del otro día frente a mí.
Percibía sus pasos. Se escuchó abrir una puerta extra en la habitación, luego agua saliendo de lo que sería un grifo. Tal vez había un baño aquí. A los pocos segundos escuché que se abría y se cerraba una gaveta. Acomodaron un banco o una silla con rueditas junto a mí. Sentí que la mujer se había sentado allí.
—Te dejará una buena cicatriz —la dueña de la voz me quitó el trapo de la boca, parecía que quería observar mejor mi herida. Escuché algo ser exprimido y luego sentí cómo tomó mi barbilla y frotó una toalla en el área afectada de mi boca.
Me hice para atrás por lo frío del agua.
Mi respiración se empezó a agitar.—Deberías calmarte, no creo que sea bueno provocarte un ataque de pánico o ansiedad ahora mismo.
—Déjame ir —rogué. Ella apretó la toalla en el área afectada y me quejé de dolor.
—Ya está. Definitivamente tendrás una cicatriz —roció algo sobre mi mejilla. ¿Desinfectante? No lo sabía —. Pero sanará rápido —sin esperarlo sentí unos labios en mi mejilla. Asustada, me eché para atrás. Escuché una risita antes de escucharla salir de la habitación. ¿Por qué esa extraña había hecho eso? Me sentí asqueada. Me sentí vulnerable. Me sentí impotente.
Lo próximo que escuché fue una discusión en la parte de arriba. No pude escuchar con claridad las palabras, pero podía decirlo por los tonos de voz. ¿Estarían peleando?
Unas horas más tarde se escuchó el abrir de la puerta. Ese olor de perfume elegante. Una deliciosa fragancia de mujer. Ella, mi captora, estaba aquí otra vez.
—Déjame ir, por favor —valía la pena volverlo a intentar.
—No.
—¿Por qué? ¿Qué quieren de mí? No soy nadie. ¿Qué puedo tener de importancia?
—Eres muy valiosa —decía mientras inspecciona mi herida media fresca.
—No lo soy.
—Eres tan guapa... y más con esa nueva cicatriz.
—No me toques —me aparté con brusquedad.
—Esa silla debe ser muy incómoda. Llevas varios días aquí. Quizá te gustaría tener una cama, ¿Qué te parece?
—Quiero irme a casa.
—Me temo que no —me colocó esposas en los tobillos y luego en las manos por detrás de mi espalda, seguro para evitar que le hiciera algo, aunque, de cualquier forma, ella me sometió provocándome dolor mientras me ponía de pie. Sentí como me trasladaba unos cuantos pasos hacia atrás. Allí me sentó a la fuerza en lo que supuse era una cama.
—La cama es nueva, no debes preocuparte.
—Demonios, ¿cómo me preocuparía por una cama nueva cuando me tienen secuestrada? —fui sarcástica— claro, me tiene más aterrada una cama llena de ácaros.
Escuché una risa y me esposó a la cama mientras yo decía todo eso.
—En serio eres tan atractiva —me tocó la barbilla coon un sólo deo para inspeccionar mi rostro. Ya no podía echarme para atrás porque me golpearía con la pared. Sentí como se acercó a mi cuello. Su nariz recorría el lugar—. Hueles a vainilla, menta y... ¿madera? Gran combinación.
—Déjeme, por favor.
—De acuerdo. Pero antes... —volvió a tomar mi barbilla y de pronto sentí unos labios chocando contra mi boca; solo ellos se movían. Su besar era tan lento y seductor, lo apostaría, pero no sentí nada más que miedo.
Aparté mi rostro con brusquedad.
—Me agradan tus labios —dice acercándose varias veces a robarme picos. Mi resistencia era inútil—. Vendré después por más de esto, ¿de acuerdo?
¿Tenía otra opción? ¿A dónde iría después de todo?
Volvió a tomar otro beso apasionado antes de morderme y tirar de mi labio inferior para luego irse y dejarme allí sin siquiera saber qué había sucedido exactamente. Aquella extraña secuestradora me había besado. ¿Pero qué mierda?
Me sentía asqueada y extraña. Aunque... pensándolo bien el último beso sí lo había disfrutado. Mierda. ¡Alguien sáqueme de aquí yaaaa!
Lloré a mares.
*****
09.07.24
ESTÁS LEYENDO
Atrapada [Annyeongz]
Fiksi PenggemarYujin despertó un día con los ojos vendados y atada a una silla. Ahora, poco a poco y día a día, debe descubrir quién es su captor y porqué está allí. [Nuevo Fanfic Annyeongz]