Capítulo 4. De belladonas y ratas

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Poco a poco, Harry fue recuperándose y llevado a La Madriguera, donde tanto el señor como la señora Weasley pedían a sus hijos y a Hermione que le dejasen tranquilo porque necesitaba descansar. En menos de una semana, se levantó para comer con sus amigos a la mesa. Estaba callado, pálido, famélico y su tierna y habitual sonrisa había desaparecido. Todos trataban de animarle, él solo forzaba una sonrisa y se encogía de hombros.

Llegó el día en el que Hermione decidió atacar a la apatía que se apoderaba de su amigo y recurrió a un método que creyó infalible. Mantuvo primero una larga conversación con Dumbledore por si él consideraba que no era recomendable para la salud de Harry y le alegró la respuesta que recibió.

—Eso es precisamente lo que Harry necesita, distraerse. Da igual cuál sea el modo, la felicito señorita Granger. Siempre supe que, con usted cerca, Harry estaría siempre en buenas manos y a buen cuidado. Es usted muy adulta y está llena de madurez para su corta edad...

Y llena de felicidad y orgullo, pues había recibido un halago de Dumbledore, se dirigió aquella mañana a sus amigos en el tono más animado a la hora del desayuno. Ron le quitaba a Ginny unas gachas de avena, Fred y George hacía una hora que habían partido al Callejón Diagon a abrir su tienda, el señor Weasley estaba en el Ministerio y la señora Weasley preparaba té para Hermione y tostadas con mantequilla de cacahuete para Ginny.

—Chicos... —Harry y Ron la miraron—. He pensado que como Harry ya se encuentra mejor y queda poco para que empiece el curso... Bueno... sé que no os va a hacer mucha gracia pero...

—¿Quieres soltarlo ya de una vez, Hermione? Con tanta intriga, harás que se indigeste el desayuno.

—Bueno... creo que con los acontecimientos de estos días —miró a Harry de reojo— se os ha olvidado que tenéis que entregar un trabajo al profesor Snape y otro a la profesora McGonagall. No quiero ser aguafiestas pero, casi no os quedan días para recopilar información, organizarla, pasarla a limpio...

—¡Qué asco! Creí que ibas a ayudarnos en eso...

—Y lo voy a hacer, Ron. Pero no puedo escribirlo por vosotros y lo sabes. Ya miré los libros que tengo en mi casa y sobre belladonas tengo muy poco, nada, realmente. Creo que tendremos que ir a una tienda del Callejón Diagon y comprar algún libro sobre el tema. Yo pagaré la mitad del libro y Harry y tú la otra, así podré tenerlo conmigo pero será de los tres, ¿vale?

—No sabía que te había dicho que tenía que hacer unos trabajos para el profesor Snape y para la profesora McGonagall Hermione, ¿lo hice? —Harry parecía confundido.

—Se lo dije yo, querido —respondió la señora Weasley—. Hermione estuvo hablando con Ron estos días sobre el trabajo y pensé que ella ya lo sabía, como te dieron las notas en su casa... pensé que las había visto... Lo siento.

—No pasa nada. Pues lo que menos me apetece ahora es hacer ese trabajo, pase lo de las ratas pero, lo de Snape... —un carraspeo de la señora Weasley le hizo rectificar—. Perdón, el profesor Snape —la madre de Ron sonrió—. ¡Ese trabajo es un asco!

Finalmente irían a una nueva librería del Callejón Diagon que había abierto recientemente y tenía una zona con libros de consulta, especializados para los alumnos del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Como era de suponer, era Hermione la única de los tres que sabía de la existencia de aquel establecimiento.

Cogieron sus apuntes de Pociones (órdenes de Hermione) y algo de dinero, aunque Harry aseguró que si se debía pagar un libro, él lo pagaría y luego se lo regalaría a Hermione. Ella siguió empeñada en pagar la mitad del libro y sus amigos la otra y, la chica, cuando decía algo, era imposible hacerla entrar en razón. Harry parecía algo más animado desde el momento en que salieron de La Madriguera. Cierto que hacer aquellos trabajos no le ilusionaba para nada pero, el hecho de estar con sus amigos en la calle, le hizo recobrar un poco de color en el rostro, iluminado ahora por una tímida sonrisa.

Harry Potter y el Príncipe MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora