Capítulo 11: La Rottenmeier justiciera y una serie de robos

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Me quedé atónita por un momento, procesando lo que Antonio acababa de decirme. Los Payasos Justicieros, ¿en serio? No sabía si reírme o tomarlo en serio. Pero vi en los ojos de Antonio una chispa de convicción y entusiasmo que me intrigó.

Leire: Los Payasos Justicieros, ¿en serio?

Antonio: ¡Claro que sí! Somos un grupo de vecinos que, bajo una apariencia un tanto extravagante, nos dedicamos a descubrir la verdad y luchar contra estos politicuchos corruptos y subnormales que van a por los más desfavorecidos.

Me quedé pensando en ello. A pesar de lo absurdo que sonaba, también parecía emocionante. Quizás había algo de diversión en ser parte de un grupo secreto que se preocupaba por la justicia en medio de toda la locura del edificio.

Leire: ¿Y qué hay de los otros vecinos? ¿Cómo reaccionarán?

Antonio: No todos están en el grupo, solo los que realmente se preocupan de nuestros problemas. Y créeme, aunque parezca extraño al principio, se acostumbra y hasta resulta divertido.

Me imaginé a mí misma vestida como un payaso, con una nariz roja y un traje colorido (y más con escombros de la basura por lo que vi en la tele), y no pude evitar reírme ante la imagen mental.

Leire: Está bien, Antonio. Acepto ser parte de Los Payasos Justicieros.

Antonio: ¡Eso es genial, Leire! Ya verás cómo te divertirás y al mismo tiempo, haremos algo bueno por nuestra comunidad.

Y así, mientras ordenaba el género de la pescadería, congelada en el cuarto frigorífico, decidí que mi vida en Contubernio iba a ser mucho más interesante de lo que había imaginado. Encontraría una forma de balancear mi trabajo, mis vecinos y mis nuevos compañeros payasos justicieros. Y con esa resolución en mente, continué con mi tarea, sabiendo que las sorpresas y los enigmas no dejarían de llegar mientras formara parte de esta peculiar comunidad.

...

Días más tarde, me estaba preparando para entrar a la universidad la semana que viene, estaba nerviosa y quería que todo saliera bien, y me quería tomar enserio mis estudios a partir de ese momento.
Cuando estaba metiendo mis cosas para las clases en mi bolso vi que faltaba algo: mi pendrive. Lo busqué en casa rincón del piso, pero no había nada. Me puse más nerviosa que nunca, porque ahí era donde quería guardar mis documentos, trabajos y expedientes (notas y demás).

Decidí que compraría otro mañana, pero vi que llegaban mensajes del grupo de Montepinar preguntando si habían visto tales cosas: a todos nos había desaparecido algo. La preocupación se apoderó del grupo de vecinos mientras compartíamos nuestras historias y realizábamos un inventario mental de las cosas que faltaban.

Agustín: ¡Mi reloj! ¡Alguien ha robado mi reloj!

Maite: Y a mí me falta mi pulsera, ¡la que me regaló mi madre!

Bruno: Mis llaves del coche han desaparecido. Esto es muy extraño.

Vicente: Lo mismo aquí. Mi billetera ha desaparecido, con mis tarjetas y dinero.

Doña Fina: ¡Mi joya antigua de familia ya no está en su sitio!

Las conversaciones en el grupo se llenaron de incredulidad y preocupación. La idea de que alguien podría estar robando cosas en la comunidad era alarmante y nos dejó a todos en guardia.

Decidimos convocar una reunión de emergencia. Greta estaba sorprendida, al igual que la marquesa, por está reunión sorpresa, ya que no sabía quién la había convocado y ni el porqué.

Menchu le comentó el problema de los robos a la presidenta. La sospecha flotaba en el aire mientras compartíamos nuestras teorías.

La marquesa nos miraba con superioridad, y veía que se estaba aguantando la risa; mientras que Greta hacía ver como que no era de gran importancia el asunto.

Victoria: Es que seguramente los ladrones os habrán visto con cara de pobres y pensaban: a estos hay que robar, porque seguro que lo tendrán todo por libre, porque les dará igual ser robados.

Greta: *con una sonrisa* Bueno, supongo que en medio de la preocupación, un poco de humor no viene mal.

Menchu: *mira seriamente a Greta* Entendemos que pueda parecer un asunto menor para algunos, pero nuestros objetos personales han desaparecido y eso es preocupante.

Antonio: Queremos abordar este asunto en serio y descubrir a los cabrones para encontrar una solución.

Victoria dejó de reírse y miró a todos con una expresión más seria.

Victoria: Muy bien, supongo que es momento de dejar de lado las bromas. Esto es un problema que afecta a vosotros, y deberíamos colaborar para resolverlo.

Greta: Estoy de acuerdo. ¿Habéis con la policía?

Bruno: Aún no, estamos recopilando información para tener una idea más clara de la situación antes de tomar medidas legales.

La discusión continuó mientras compartíamos nuestras teorías y debatíamos posibles soluciones. La marquesa, a pesar de su actitud inicial, se unió a la conversación con aportaciones útiles. Era extraño verla colaborar de manera tan activa en un problema que no afectaba a todos por igual.

A pesar de la tensión inicial, sentí que estábamos logrando unirnos como comunidad para abordar el problema de los robos. Esto me parecía sospechoso, porque básicamente ocurría esto justo cuando cogí los trozos de papel del expediente de Chusa, algo tramaba la marquesa, y probablemente la presidenta.

Victoria se acercó antes de irme y me susurró:

Victoria: Espero que este pequeño misterio se resuelva pronto, querida. No es la clase de drama que necesitamos en el edificio.

Se fue con aires de superioridad, y vi como todos se iban a sus pisos y me quedaba yo sola en el patio, mirando a la nada.

"La más normal" || La Que Se AvecinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora