幽灵界 | Mundo Espíritu

Capítulo 62: El Oráculo (1)

La cámara secreta está enterrada a tanta profundidad que sólo dos tubos conducen al exterior, lo que hace imposible utilizar la teletransportación. Mammon y Metatrón tuvieron que utilizar la destrucción masiva para perforar el agujero.

El agujero se hizo cada vez más profundo.

Metatrón sintió que el edificio temblaba un poco y tuvo que levantar una barrera para sostener las paredes que se desmoronaban.

Mammon chasqueó los dedos con tanta fuerza que le dolían las yemas de los dedos, pero por suerte sólo fue el último. —¿Cómo crees que deberíamos presentarnos ante Raphael?

Metatrón era plenamente consciente de que sólo había preguntado por Raphael, no por Abaddon. —¿Y Abaddon?

Mammon sonrió.

Hubo un chasquido de dedos en el aire.

El suelo bajo sus pies se hundió de repente, revelando una cámara oscura y sin luz.

Cayeron escombros y luego todo quedó tan silencioso como la muerte.

Mammon tiró de Metatrón, que quería bajar, y se quedaron en silencio a ambos lados de la abertura.

¡Bang!

De repente, un puño pesado golpeó el lado izquierdo del agujero, provocando que el agujero que solo podía acomodar a una persona se expandiera al tamaño de dos personas.

Hubo otra lluvia de escombros.

—Abaddon—. Mammon tiró de Metatrón hacia atrás.

Bang. Otro golpe aterrizó exactamente donde estaba parado hace un momento.

—¿Mammon? — La voz de Raphael sonó desde la oscuridad.

Le siguió una serie de golpes contra la pared.

Mammon esperó un rato, luego de repente rodeó a Metatrón con sus brazos y bajó rápidamente por la abertura.

La cámara secreta no era pequeña. A excepción de una pequeña luz cerca de la entrada de la cueva, no se podían ver los demás lugares.

Desde el este, el bajo rugido de Abaddon continuaba, como un loco trastornado. Aparte del "Mammon" inicial, Raphael guardó silencio.

Metatrón no sabía lo que estaba pasando, pero sintió que Mammon estaba muy consciente de la situación en cuestión, por lo que permaneció callado e inmóvil.

Después de una cantidad de tiempo desconocida, la respiración de Abaddon gradualmente se volvió pesada, pero la velocidad de sus golpes disminuyó.

—Subamos primero—. La voz de Raphael apareció de repente a su izquierda.

—¡Grr! — Abaddon giró la cabeza rápidamente.

Raphael, Mammon y Metatrón se dirigieron hacia la entrada de la cueva casi simultáneamente.

Mammon y Metatrón fueron los primeros, Raphael el último. En cuanto salió de la cueva, inmediatamente condensó la luz circundante en un escudo, ¡y bloqueó la entrada de la cueva!

Hubo un fuerte rugido desde el suelo.

El escudo tembló bajo el peso de los golpes de Abaddon.

Metatrón miró a Raphael, que estaba en tal estado de vergüenza que ya no podía parecer tranquilo como siempre, y preguntó con preocupación: —¿Qué pasó?

Raphael se secó el sudor de la cara y las manos, —está loco—. Se sentó lentamente en el suelo, lleno de cansancio.

No sabía por qué Abaddon se volvió así, no escuchó razonamientos, engañar no funcionó, las amenazas fueron pedos y ni siquiera respondió a la mención de Borja. Y lo más condenatorio de todo, no sabía quién había diseñado este lugar, no había ni un solo rayo de luz, ¡y su propia energía de luz no es rival para el violento Abaddon! No tuvo más remedio que jugar al escondite con Abaddon. No sabía cuánto duraba este juego, ¡solo sabía que ese período de tiempo era más largo que sus diez mil años en el cielo!