幽灵界 | Mundo Espíritu

Capítulo 49: Envidia (3)

El cetro brilló como el sol en un color rojo sangre.

Mammon y Metatrón levantaron inconscientemente sus barreras, pero la luz roja, como la sangre, ignoró las barreras y se filtró lentamente, empapando rápidamente toda la cubierta transparente.

El rostro de Shipley estaba bañado por una luz roja, lleno de locura sangrienta, —¡ya que me han abandonado, me abandonarán hasta el final!

Borja se cubrió la cabeza.

—Te equivocas—. Los ojos de Metatrón lo miraron directamente a través de la luz roja, —Dios nunca te ha abandonado. Incluso cuando Lucifer cayó con un tercio de los ángeles, nunca lo abandonó.

—¡Lucifer! — Shipley se rió, —por supuesto que Dios no lo abandonará. Con Michael aquí, ¿cómo puede Dios abandonarlo?

Mammon frunció el ceño y dijo: —Eres demasiado extremo.

Borja se agarró la cabeza con las manos y gritó, —ah... ya no puedo aguantar más... oooh, es tan difícil—. La luz roja era como un gusano que taladraba constantemente, entrando y saliendo de su cabeza, como si lo erosionara. Su conciencia se debilita cada vez más y sus párpados cayeron involuntariamente.

Sabía claramente que esto era peligroso, pero no sabía cómo eliminarlo.

Mammon frunció el ceño y una luz dorada brilló en sus ojos. La luz roja que rodeaba los cuerpos de Borja y Metatrón se dispersó de repente.

Shipley arqueó las cejas y dijo con una sonrisa: —Ha pasado mucho tiempo desde que conocí a un oponente que también fuera bueno en los ataques del alma.

Borja sufrió mucho y abrazó obedientemente el cuello de Mammon sin decir nada más.

Metatrón dijo: —Si quieres abandonar el décimo reino, puedes solicitarlo a Dios.

Al ver que la luz roja era inútil contra ellos, Shipley tiró casualmente el cetro hacia atrás, y la luz roja fue llevada de vuelta al cetro tanto como le fue posible. El cetro golpeó el suelo con fuerza. Su expresión era complicada y, al cabo de un rato, dijo lentamente: —Es demasiado tarde.

Mammon entrecerró los ojos y lo miró, —¿demasiado tarde?

—He estado en el décimo reino durante veinte mil años—. Shipley dijo, —durante los últimos veinte mil años, he trabajado duro para construir el décimo reino, enseñando a esos ángeles tontos a ser ángeles normales que puedan cultivar, producir y sonreír, y hacer que el reino estéril sea lo más similar posible a otros reinos. Pensé que lo había hecho bastante bien y que al menos Dios me alabaría cuando viera mi esfuerzo y dedicación. Sin embargo, me equivoqué. Lo único que Dios vio en sus ojos fue la figura más cercana a su trono.

Mammon miró a Metatrón.

Los picos de las cejas de Metatrón se juntaron ligeramente hacia el centro.

—Estuve en el cielo una vez—. Los dedos de Shipley frotaron suavemente el cetro, sus pensamientos parecían retroceder al pasado, —en aquella época, el Décimo Reino ya había sido abandonado por los demás reinos, y yo ni siquiera supe de un acontecimiento tan grande que sacudió a todos los reinos como la Guerra Santa hasta mucho después.

Borja no pudo controlar su boca y no pudo evitar decir: —¡Si hubiéramos sabido que tú también habías caído, te habríamos escrito una carta para informarte y unirnos!

Shipley, Mammon y Metatrón lo miraron al mismo tiempo.

Borja frunció los labios y dijo: —Luchar en grupo consiste en unir todas las fuerzas que se puedan juntar.