Capítulo 25

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Regresando con Shigaraki y Midoriya.

Antes de que Tomura regresara a sus andadas decidió quedarse fuera por un tiempo para estar con Izuku, quien, aunque está deprimido por lo de la reunión ya se ha ido recuperando y asimilando su situación. De vez en cuando se pone medio intenso y comienza a seducirlo, pero eso solo termina con su cabeza rota por los golpes con las pesas que recibe.

– Muy bien Izuku Midoriya, has ganado, esas porquerías te protegen y no las puedo destruir o libero tu poder. Eres listo mocoso, disfruta de esta pequeña victoria que pronto te dejaré sin caminar – murmura todo aquello mientras deja que Kurogiri le cosa la herida que le hizo en la ceja. El sirviente siente que a su jefe se le están pegando las mañas de su mascota, pero decirle algo es para que lo intente matar, así que mejor se queda en silencio. -Kurogiri, ¿cuándo traerán ese nuevo invento anti-dones? –

- Mi señor, estará listo en 3 días, como debe ser diseñado para contener un poder tan grande como el de Izuku Midoriya se le ha dificultado al doctor Garaki crear un objeto con el tamaño que pide, pero él dijo que está a punto de lograrlo – sus palabras fueron respondidas con un gruñido fastidiado de su jefe, su obsesión con ese niño es mucha, lo suficiente como para que no desee matarlo, y eso le está empezando a preocupar.

Por otro lado, Izuku está encerrado en la suite de su secuestrador, aunque no es la misma de antes. Han cambiado de locación unas tres veces, lo que entorpece su reconocimiento de campo. Actualmente está limpiando la pesa que se había llenado de sangre después de evitar el repentino ataque de Shigaraki, se siente incómodo por haberlo golpeado hasta este punto. A pesar de su saco de dones, no es una persona que le guste estar peleando, y cuando debía combatir contra los hombres de Tomura siempre terminaba sintiéndose mal por dejarlos mal heridos, pero como le dijo el hermano mayor Leader “Defiéndete, sino son ellos, serás tú, y tú ahora tienes quienes esperan a tu regreso”.

Una vez terminó decidió esperar a su regreso, igual no tiene otra opción. Cuando escucha la puerta abrirse se pone en posición de defensa por si acaso, el otro solo levanta las manos en señal de que no le hará nada, así que suaviza su postura sin dejar de estar alerta. – No te puedo hacer nada, no así, con esas estúpidas pesas, así que cálmate-.

Eso es cierto, así que le toma la palabra y vuelve a sentarse en un sofá, Shigaraki toma asiento en otro para darle espacio mientras cubre la hinchazón de su frente con una compresa fría. – ¿Acaso no piensas matarme como a tus otras víctimas? – y de nuevo la misma pregunta, ya es la tercera o cuarta vez que la hace y las anteriores ya las había ignorado.

– Ya te dije, eres mío, me gustas, así que quiero poseerte, pero es molesto que tengas esas estúpidas pesas – se lo dijo mirándolo a los ojos, lo que puso nervioso a Izuku por la intensidad de su mirada y la firmeza de sus palabras.
- ¿Gustar? ¿Siquiera sabes qué es querer a alguien? –

Esa pregunta activó algo en Shigaraki, nunca había estado interesado en esos temas y creía que su única diversión era matar y torturar a otros, pero desde que este chico había llegado a su vida siente que todo ha cambiado, su sed de sangre poco a poco se ha ido reduciendo, y sin notarlo le ha estado cumpliendo ciertos caprichos al peliverde, como fugarse a la mitad de las reuniones cuando lo ve nervioso o triste, o dejarlo pasear con libertad por los hoteles en los que se hospedan (claro, con muchísima seguridad cuidándolo) y hasta hizo que dejaran a sus hijos en paz, cuando pudo haberlos utilizado para que Midoriya hiciera lo que él quisiera. Lo de que no mata niños es una muy mala excusa, pero como en su momento el peliverde se lo creyó tuvo que mantener la mentira.

Y ahora un nuevo capricho, si el niño dice que no es no. Ni un maldito beso le ha podido robar, ni siquiera cuando duerme, porque las tan despreciables agujas de su conciencia lo golpean en su pecho por la culpa de no hacerle caso. La única vez que ha intentado sobrepasarse con él fue hace una hora, cuando fue atacado por una crisis sicótica que lo hizo querer tener al peliverde, quien al notar que estaba fuera de sí le dio un fuerte golpe que le abrió la ceja, aunque eso último no era lo que quería.

En una mañana de abril (Bakudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora