VENGANZA

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El cuarto de la prisión se abrió para dar paso a Lena, quien entró con una expresión sombría. Lillian, su madre, la observó con curiosidad y preocupación, notando la mano ensangrentada de su hija.

—¿Qué le pasó a tu mano? —preguntó Lillian, su tono insinuando cierta inquietud maternal.

Lena miró a su madre con desgana y respondió con frialdad—. No te interesa.

A pesar del tono despectivo de Lena, Lillian no se dejó intimidar y continuó hablando—. Por supuesto que me importa. Sigues siendo mi hija, a pesar de todo.

Aunque Lena no quería entrar en una discusión con su madre en ese momento, la presencia de Lillian y sus palabras la hicieron sentir incómoda. Sin embargo, su madre parecía tener un propósito específico al llamarla.

—¿Por qué me mandaste a llamar? —inquirió Lena con impaciencia, deseando abordar el asunto directamente.

Lillian suspiró, aparentemente considerando cómo expresar sus pensamientos. —Supe lo que pasó. Al principio, estaba contenta por la noticia de tu embarazo. Aunque no lo creas, Lena, me alegraba la idea de convertirme en abuela. Después de todo, el niño no tiene la culpa de las diferencias que tenemos. Quise darte un recado para que vinieras y pudiera felicitarte pero no me dejaban hasta ahora.

Las palabras de su madre sorprendieron a Lena. No esperaba escuchar un tono de benevolencia en medio de su conflicto familiar. Sin embargo, el escepticismo seguía siendo su respuesta predeterminada.

—Difícilmente puedo creer que de repente te hayas vuelto comprensiva y cariñosa, madre.

Lillian parecía entender el escepticismo de Lena y continuó hablando—. Puedes no creerme si así lo deseas. Pero debes saber que William pagará por lo que ha hecho. Nadie se atreve a tocar a un Luthor.

La firmeza en la voz de su madre dejó claro que no habría ninguna tolerancia hacia aquellos que se atrevieran a dañar a su familia. Aunque Lena seguía siendo reticente a confiar en su madre, había algo en sus palabras que no podía ignorar.

—No sé qué juegos estás jugando, madre, pero no permitiré que te aproveches de esta situación para tus propios fines.

Lillian sostuvo la mirada de Lena, su expresión seria. —No necesito jugar ningún juego, Lena. Solo te digo que estoy de tu lado en este asunto. No permitiré que William salga de esta.

Aunque Lena no estaba segura de cómo interpretar la actitud de su madre, había algo genuino en sus palabras. Por un momento, se permitió considerar la posibilidad de que Lillian realmente quisiera apoyarla en este momento difícil.

—Yo sé que William lo pagará caro, madre —afirmó Lena con convicción, su voz resonando en el pequeño espacio.

Lillian asintió solemnemente, captando la determinación en la voz de su hija. A pesar de todas sus diferencias y desavenencias, en ese momento parecía que había un entendimiento mutuo, al menos en cuanto a la consecuencia que esperaban para William.

—Tenlo por seguro —añadió Lillian, su voz cargada de una seriedad que reflejaba su compromiso con la promesa.

Las miradas de madre e hija se encontraron por un instante, y aunque había una historia compleja entre ellas, también había una conexión innegable. En medio de todas las tensiones y el caos que había rodeado sus vidas, parecía que finalmente habían encontrado un punto de acuerdo.

—Lo siento mucho Lena, en verdad. —Lillian sonó sincera. —Y lo siento por Kara.

Con una última mirada entre ambas, Lena se dio la vuelta y se dirigió hacia la salida de la prisión. La conversación había sido breve, pero había dejado una sensación de entendimiento y unidad en su estela.

Mi Secretaria - SUPERCORP (G!p) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora