Nido del Dragón Part3 - Error fatal

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Ya habiendo estrechado un poco nuestros lazos como equipo la noche anterior, este día nos podría aprueba desde temprano, pues una manada de Ursas marrones (osos monstruos gigantes), sería lo que nos despertaría y tendríamos que "saltar de la cama" al campo de combate, tomando las armas y poniendonos en formacion.

Conmigo en el frente siendo la punta de la lanza de nuestra agrupación seguido de Graham  quien se encargaría de defender a Sara, Tiberius y Daisy, los cuales mantendrian su distancia del enemigo y atacarían desde lejos.

Yo no tardaría en toparme con una Ursa de frente la cual correría rápidamente hacia mi con la intención de embestirme, pero yo con un sable en mi mano y mi látigo en la otra azotaria la cabeza de la Ursa con mi látigo en un golpe que rompería la barrera del sonido, haría explotar los ojos de la criatura al impactar dejándola ciega y desorientada, haciendo que esquivarla fuese fácil. Eso había hecho que la Ursa se estamparada de frente con el escudo de Graham, aturdiendola, haciendo que el tanque solo tuviera que dejar caer su hacha sobre la cabeza de la criatura para así destrozar su cráneo con facilidad.

Graham y yo sonreímos brevemente en complicidad por ese sanguinario combo antes de que las otras 4 Ursas aparecieran y ahora sí la batalla en equipo oficialmente empezará.

— Kenai! Atrás! —gritaria Sara advirtiéndome que ella y Daisy atacarían.

Haciendo caso a la rubia daría un gran salto hacia atrás esquivando las zarpas de dos Ursas en el proceso y evitando el fuego amigo, ya que tres flechas disparadas por Sara se clavaron en el cuello de uno de los osos dejandolo gravemente herido, mientras que a otro lo quemaría por completo una gran bola de fuego que Daisy llevaba algunos segundos conjurando. Pero de entre el humo las últimas dos Ursas saldrían corriendo hacia mi. El humo me habría dificultado verlos por lo que ya estaban bastante cerca para cuando los ví, mi espada no era lo suficientemente larga como para matarlos a los dos de un solo ataque, así que empuñando mi látigo usaría el hechizo "látigo de viento", este era de rango intermedio, usualmente creaba una fina pero potente corriente de aire que según la cantidad de mana que se le inyectara podía golpear o cortar al objetivo. Pero yo no era un mago, por lo que mi manera de usarlo era distinta y más eficiente, potenciando mi verdadero látigo de cuero. Mi fuerza sumado a la magia de viento rodeando mi látigo fue más que suficiente para dejar sin cabeza a los dos osos, terminando así el combate.

Todos nos quedamos en silencio unos minutos recuperando el aliento antes de recoger el campamento, está no era un linda manera de despertarse.

...

Horas más tarde habíamos llegado, las huellas y los árboles partidos por la mitad frente a una gran cueva eran pistas claras del despegue y aterrizaje de un dragón, uno bastante grande, con solo ver las huertas podía deducir que la criatura media unos 8 metros.

Al contrario de sentirme emocionado por ha de encontrado su nido luego de 3 días de viaje, la idea de que debimos traer un grupo más grande no dejaba de cruzar mi mente.

Habíamos Sido Sara y yo los primeros en ver las huellas, ya que como siempre servíamos de exploradores, pero no fue hasta que los demás miembros del equipo llegaron que me percate de algo muy importante, algo que no debí pasar por alto. Había 4 tipos de huellas de dragón distintas.

— Debemos irnos!

Grite un poco alterado para que justo después mi orden fuera interrumpida por un gran estruendo que hizo temblar el suelo levantando un montón de tierra. El dragón que estábamos buscando aterrizó tras nosotros en un parpadeo, mandando a volar a Tiberius y Daisy con sus alas, hiriendolos. El dragón de 8 metros y escamas blancas no se detendría  allí pues este respirara hondo inflando su pecho en un movimiento que no entendí.

— Sara, Kenai! Está a punto de escupir fuego, pónganse detrás de mi!— Exclamó Graham estando muy alterado.

Era aterrador ver a alguien como Graham perder la calma, me hacía pensar que no lo lograriamos.

¿Iba a ser este nuestro fin?

¿No vería denuevo a Hilda, mi herrera favorita?

¿Ni a mi amigo demonio Rize, el monje errante?

¿Está orgulloso de mi, señor Kestis? Su hijo quizás no vivió mucho, pero si vio muchas cosas.

¿Enserio arrastre a Tiberius para que muriera aquí en medio de la nada? Vaya que fui un mal amigo.

Todos esos pensamientos cruzaron mi mente en el instante en que intentaba ponerme detrás de Graham, pude ver cómo en cámara lenta chispas azules salían de la boca del dragón y mi vida entera empezó a cruzar por mis ojos.

Moshoku tensei - Crónicas de Esclavitud Donde viven las historias. Descúbrelo ahora