Niñez Part1 - Tranquila Cotidianidad

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Tres semanas habían transcurrido desde que Emir Kestis, mi nuevo amo me había comprado, nuestros primeros días juntos fueron de viaje, durante el cuál el me hizo varias preguntas, ninguna difícil o rara, pero si me parecía extraña está situación, desde que lo conocí no había vuelto a usar cadenas y se me permitía hablar libremente.

Emir pregunto mi nombre y mi edad, yo solo le respondí diciendo que jamás había tenido un nombre y que mi edad rondaba los 7 años. El solo se llevó una mano a la barbilla pensando mientras con la otra sujetaba las riendas del caballo.

— Supongo que yo tendré que darte uno, pero eso puede esperar, un nombre es importante y no quiero tomarme la tarea de nombrarte a la ligera, niño— respondió Emir con una sonrisa.

La sonrisa de Emir era muy diferente a las sonrisas que había visto hasta ahora, no parecía haber malicia en su rostro.

...

El destino de nuestro viaje era un pequeño pueblo metido en una grieta rocosa de aquel desierto de arena roja, desde arriba por dónde se entraba se podían ver todas las casas, eran solamente 12 y aún así el pueblo se veía bastante vivo, había gente hablando y caminando, tanto humanos como demonios y por allí note también un par de peculiares personas de cabello azul.

Emir era dueño de una linda casa dentro del pueblo, un poco alejado de las demás,  tenía dos pisos, un sótano y una pequeña terraza. Cuando entramos Emir me dió un recorrido y me mostró mi habitación, no era una jaula, había una cama, una mesa y una silla, además de que estaba justo al lado del balcón que mencioné antes.

Al día siguiente desperté temprano y encontré a Emir dormido en el sofá con un libro en la mano. Sabía que estas cosas contenían información pero como esclavo no sabía leer, siendo el mi amo, no creí que fuese buena idea molestarlo. En otra situación hubiera pensado que este sería un gran momento para escapar, pero... Emir me quito las cadenas, me dejó dormir en una cama y converso conmigo, no sabía porque el hacia todo esto, pero me sentía en deuda, además no tenía ni idea de en dónde estábamos y verdaderamente sentía curiosidad sobre el nombre que el elegiría para mí.

Así pasaron los meses, meses en los que Emir me dió mi nombre, "Kenai" en honor al aventurero que escribió el libro que Emir siempre leía antes de irse a dormir. Eso me dió aún más curiosidad por la lectura, por lo que cuando Emir no estaba tomaba el libro e intentaba leerlo, lo cuál no daba resultado, pero había algunos dibujos en el, espadas, bestias y un mapa.

Emir no tardo en notar mi curiosidad por el libro y decidió enseñarme a leer, no solo eso, me enseñó a hacer prácticamente todo lo que el hacía a diario, leer, escribir, cocinar y separar la carne de los huesos de los animales que cazaba para comer.

Cada tantos días, Emir solía salir a Cazar con una espada curva en su cintura, a pesar de no ser joven o estar en una buena condición física, Emir parecía ser bueno con la espada, hasta ahora no lo había visto en acción, pero cada vez que un mounstro se acercaba a la aldea el era a quien llamaban para cazarlo.

Pronto todas las tareas que Emir realizaba yo podía hacerlas también, sin necesitar ni un poco su ayuda, incluso ya sabía leer por lo que Emir me prestó su libro el cuál ahora sabía, era el diario del aventurero, Kenai Anemoi Asura un hombre que vivió hace 100 años y que viajo por todo el mundo.

Leer sobre los países más haya del continente demoníaco me generó mucha curiosidad, lo que resultaba en docenas de preguntas diarias que le hacía a Emir las cuales el trataba de responder lo mejor posible, pero realmente no conocía la respuesta de la mitad de ellas. En sus palabras "Solo conozco el continente Begarito y el demoníaco, lo siento Kenai".

...

Con tan solo tres meses viviendo aqui ya podía hacer prácticamente todo solo, ya sabía los gustos de comida de Emir y su rutina por lo que el parecía impresionado de lo rápido que aprendia todo.

— Amo Emir, se que estoy en deuda con usted, pero quisiera hacerle una petición.— dije con una mirada llena de determinación.

El hombre mayor ladeó ligeramente la cabeza, pues no sabía de qué se podría tratar y era de esperarse, jamás le había pedido nada más haya de responder mis muchas preguntas.

— ¿De que se trata, Kenai?

— Podría enseñarme a usar la espada— pedí con un poco de miedo a que se negara.

— Oh ¿solo eso? Está bien, no te había enseñado aún porque eres muy joven, pero has aprendido todo lo que te enseñe hasta ahora tan rápido, que creo que puedes manejarlo.

Y desde ese momento Emir se convirtió en mi maestro de Esgrima en la escuela del dios del norte. El era un espadachín de nivel avanzado capaz de generar un Touki, una especie de manipulación de mana dentro del cuerpo que te hacía más fuerte, rápido y resistente.

Las posturas, los ataques, bloqueos, esquives y técnicas todas se grabaron en mi cabeza rápidamente, pero mi cuerpo aún le faltaba mucho entrenamiento para adaptarse al de un espadachín, además, Emir no era capaz de explicarme cómo funciona el Touki. Con la meta de llegar al nivel de Emir algún día, la práctica de esgrima se volvió parte de mi Cotidianidad.

Moshoku tensei - Crónicas de Esclavitud Donde viven las historias. Descúbrelo ahora