"- No me dejes. Eres una luz en mi vida. Por favor, te necesito."
Nicholas Nelson es un reconocido cantante de la banda que forma junto a sus amigos, Black Archive.
Este tiene un doloroso pasado que lleva consigo todos los días de su vida, pero est...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
————
Era pasado medianoche y Nick tocó mi puerta, me arregle un poco el pijama que llevaba puesto y peiné mis rulos antes de abrir.
— Hola — dijo, con una sonrisa forzada y un notable dolor en sus ojos.
Su condición me rompió el corazón, estaba con los ojos rojos — asumi que era por el llanto —, su labio partido, uno de sus pómulos inflamado y sangre en su camisa.
— ¡Nick! Mierda, pasa. — lo deje entrar — Siéntate en el sofá, traeré hielo y algo para limpiarte. — Asintió sin siquiera decir una palabra.
Tomé hielo en un pañuelo y se lo di para que lo coloque en su pómulo, busque gasas y alcohol para limpiar la herida del labio. Lo pude ver sentado en el sofá, con el hielo en su cara, su mirada perdida y quién sabe qué pensamientos en su mente. Cada escena que presenciaba me rompía un poco más el corazón.
¿Por qué le pasan todas estás cosas? No lo merece. Y si, quizás me haya roto el corazón, pero nadie merece el rechazo de su familia. Lo pensaba y me dolía, dolía pensar en que la única persona que lo aceptaba y amaba tal cual era, ya no estaba aquí para él. Lo quería proteger de todo aquel que le haga daño.
— Déjame limpiarte — lo saqué de su trance — te arderá un poco. — le coloqué alcohol a la gasa y se lo pasé por el labio. Apenas comencé ya se quejó.
— ¡¿Dijiste que arderia unpoco?! — rei ante el comentario
— No seas llorón — Tomé su rostro con una mano y con la otra seguí limpiando su labio, cada movimiento lo hacia con la mayor cautela posible. Sus labios estaban hinchados debido al golpe, y mierda, era perfecto hasta en su peor estado.
Podía sentir su intensa mirada sobre mí, sus ojos de aquel color avellanado perfecto se posaron sobre los míos y nuestras miradas volvieron a coincidir, una vez más.
Mi pulgar acarició su mejilla, y nuestras respiraciones se intensificaron. Nuestros rostros estaban solo a centímetros. Pero no quería —otra vez— aprovecharme de su situación vulnerable. Bajé la mirada.
— Listo — dije, cortando aquel momento. — Te buscaré una remera limpia y que te entre, pues no sé si lo has notado pero tenemos diferentes contexturas. — sonrió y asintió.
— Gracias, por todo. — respondió, antes de que pueda levantarme del sofá. Sonreí y le respondí un avergonzado "no hay de qué".
Busque entre mi ropa algo que le entrara a él, y conseguí una camiseta blanca junto a unos shorts anaranjados.
— Lo siento, es lo único que tengo que te entrará.
— Esta perfecto. Gracias, otra vez. — Le sonreí.
Se duchó mientras le preparaba un té caliente, que sabía que le gustaba. Mientras terminaba de prepararlos, sentí sus brazos rodeando mi cintura y su cuerpo caliente sobre mi. Apoyó su mentón sobre mi hombro, podía sentir su pelo húmedo y su respiración sobre mi cuello.
— ¿Que haces? — pregunté sonriendo.
— Te extrañaba. Déjame abrazarte antes de que tú también te vayas por siempre.
— Yo no me iré a ningún lado — dije, confundido.
— Si lo harás, pero no te preocupes, estoy acostumbrado. — auch. Sentí mi corazón hacerse trizas dentro de mí, y cada parte de él me pinchaba dentro. Quise responder, pero siguió antes de que pueda decir cualquier palabra. — Gracias por estar conmigo. Sé que tengo mucho que explicar, pero en este momento solo deseo abrazarte. — Solo eso necesitaba para entender que no quería hablar, quería un abrazo.
Me di vuelta para quedar frente a frente, y nos unimos en un abrazo sincero, esos que te liberan de todo dolor, tristeza y decepción que puedas llevar dentro. Un sollozo salió de él.
— Está todo bien... estarás bien... estaremos bien. — dije, mientras acariciaba su espalda en un intento de calmar su tristeza con mis manos.
Acabó con el abrazo, tomó mi rostro con sus manos y me besó.