Mi Corazón De Peonia

17 | Amapolas

Amapolas | Flor que representa la paz, amor y el sueño.

Lissie

Llevaba toda la mañana acomodando maletas junto con Lena, mi padre había hablado con mi madre y decidimos que volvería a San Francisco con mi padre y mi abuela Bel, Lena igual iría con nosotros y Andy se mudaria en unos meses así que todos estaríamos en la misma escuela, como antes, todo estará bien, excepto si Lena seguía discutiendo con si misma.

—Asesinaria  a esta maleta si pudiera.—gruñó con un gesto amargo.

—Si sigues así te dejare aquí.

—¿Crees que le agrade a la abuela?

—Seguro que si.

Lena concluyó a sonreír —algo que no se ve todos los dias— y subió a la música como de costumbre.

—¿Qué pasará con la venta de pasteles?

—Seguiremos con la venta en San Francisco, —asegure—, seguro allá hay más ventas.

—Seguro que te va bien por allá.

—Nadie se puede resistir a mis deliciosos postres. —dije giñandole un ojo.

Acomode mis suéteres calientitos en la maleta y en una pequeña mochila rosada comencé a echar lo necesario mientras tachaba mi lista.

—¿En serio tienes una lista?—se burló Lena.

—Claro, amo hacer listas para todo, así lo recuerdo después.

En eso se escuchó el timbre de la casa no vendría nadie, o almenos no que recuerde, tengo una memoria de pez.

—¿Y apuntaste en esa lista que vendría Javier?

Di un salto, lo había olvidado por completo.

—Olvide agregar ese pequeño detalle.

—Ya veo porque las listas para todo. —se burló Lena.

Le eche una mala cara y baje las escaleras para llegar a la puerta mientras esquivaba cosas que había regadas por todos lados de la casa, por suerte no me tropecé.

—Hola Javi. —salude muy alegre.

—Hola mi florecilla, ya extrañaba esa sonrisa tan preciosa que tienes.

En ese instante note que me puse rojisima y Javier soltó una carcajada.

—Te pongo nerviosa, ¿Eh?

—Dire que si para no destruir tu ego.

—¿Entonces por qué tan roja?

En ese momento sentí como mis mejillas se calentaban aún más haciendo que me ponga todavía más roja.

—Vale, tú ganas.

Javier soltó una sonrisa victoriosa y yo me límite a entrar en la casa tras él.

—Entonces ¿todo listo?