PRÓLOGO

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—Por favor no lo hagáis

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—Por favor no lo hagáis.

—Claudia, enana...

—Cállate, Elliot —espetó Cameron— Nos ignoro.

—Tienes razón. Necesitamos educarla un poco.

Los nervios se precipitaron por Claudia… junto con una placentera anticipación. Nunca le puso la menor atención cuando ellos le daban aquellas advertencias. De algún modo ellos se enteraron. Pero dado que en verdad nunca la habían castigado, ella pensó que eran simples palabrerías. Tal vez.

Sacándola de sus pensamientos, Augusto le bajó su ropa interior hasta los muslos. Claudia se quedó sin
aliento. Su trasero desnudo estaba a plena vista. Maxwell se cernió sobre ella, dejándola mirando la alfombra industrial color roja.

—Mira ese apetecible culo.

—Te dije que era una preciosidad debajo de toda esa basura que usa. Sus pechos van a ser espectaculares. —Maxwell pasó la palma de la mano por su trasero.

El hormigueo se agitaba por dondequiera que la tocaba. ¿En verdad estaban hablando de ella en términos sexuales?

—Lo único que haría que este primoroso trasero se viese mejor es un bonito tono rosado. ¿Cuántos?

Victor se encontraba ocupado examinando su culo. Claudia podía sentir el calor de su mirada.

—Creo que su ofensa fue muy, muy grave, pero es una novata. No entiende las reglas. Digo veinticuatro.

Claudia levantó la cabeza.

—¿Veinticuatro? ¿Tú… tú vas a zurrarme veinticuatro veces? No puedes…

No se, Follen a Claudia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora