CAPITULO 3 ©

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— está será tu habitación

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— está será tu habitación.

La puerta que acaba de ser abierta mostraba un cuadrante, una cama en el centro de la misma y a sus lados habían dos mesitas de noche con lámparas doradas de adornos.

Era muy hermoso el lugar, el gran escaparate tenía las puertas abiertas y se encontraba vacío esperando por ser llenado por alguien. No lo podría llenar, pero al menos ya no estaría tan vacío.

Había una mesita con una laptop dorada encima y justo alado de la misma una estantería con algunos libros, me acerque rápidamente a ver las columnas de los mismos. Leí algunos títulos y me rei al notar algunos conocidos.

— Elliot insistió en llenar la estantería con algunos libros — volteo a ver a Agusto que se encontraba dejando la maleta justo alado del escaparate.

— en que de baso para elegir estos libros — el alzó una cejas y se acercó para oler los títulos.

— Estos no los coloco Elliot.

— lo hice yo — Victor entro con las manos en los bolsillos de sus pantalones negros que se ajustaban en sus tonificados pues y una camisa negra suelta que lo hacía ver cómo todo un chico malo.

— no m sorprende — solté risueña, sus ojos se posaron encima de mi y se acercaron hasta encontrarse a un dedo de distancia de mi rostro.

— niégame que no haz leido estos libros, revoltosa — la respiración que soltaba mientras hablaba me chocaba los labios y tuve que utilizar todas mis fuerzas por no querés respirar directamente.

— por supuesto que sí — dije colocando mis manos en mis caderas — cuando tenía catorce años, ahora leo otras cosas.

— ¿Otras cosas? — su sonrisa se convirtió en una lobuna y me recorrió un escalofrío por mi espalda al sentir su mirada tan oscurecida enfrentándose a la mía — que otras cosas lees, revoltosa.

— Victor — la voz de Agusto, hace que el se separe de mi y lo mire con aburrimiento. Disimulo el resoplido de calma que salió de mis labios, me estaba comenzamos a poner tonta — es hora de que dejemos a Claudia, debe estar cansada.

— como digas — dijo retirándose de mi habitación, Augusto miro los libros en la estantería y luego sus ojos volvieron a los míos.

— ten cuidado Claudia, no juegues con fuego — dijo con la calma que tanto lo caracteriza, sus ojos tan oscuros como nunca había visto y se retiró de la habitación.

El libro de lujuria y pecados, descansaba sobre la mesilla justo alado del estante. Su espalda amplia se dejó de ver después de que el cerrará la puerta, me abrazo a mi misma, necesitaba algo y ni yo sabía que era.

[.....]


Mis pasos resuenan en la escalera, la cosina no quedaba muy lejos de ellas así que la persona que se encontraba cocinando escucharía la aproximación de alguien.

No se, Follen a Claudia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora