Prologo

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Recuerdos de un lobo

Marzo de 1994

Las agujas del reloj se mueven con demasiada lentitud. Ser un simple observador es exasperante. Desearía poder impedir lo que está por suceder pero no puedo. El reloj marca las 9:35 de la noche. El cielo ennegrecido tiene una fina sonrisa brillante como única luz sobre el firmamento. Ella, al igual que yo mira con impaciencia el reloj.

Genoveva: una joven de 17 años, ojos grises, felinos y peligrosos. Algo que realmente nunca ha sido. En su vida nunca logro tener el coraje de atacar a alguien; de lastimar. Su crianza al lado de una mujer mortal mantuvo oculta a la bestia que disputa en su interior. Su cabello dorado tejido en una trenza que cae a un lado de su hombro. Su vientre pronunciado con siete meses de embarazo.

Esta noche revivo recuerdo de un pasado que he intentado mantener oculto, en lo más profundo de mi mente para que no pueda ser usado en mi contra. Aunque mis captoras conocen muy bien mi pasado, cada detalle. Es más fácil cuando se aprende a ocultar las emociones, y eso significa enterrarlos en el olvido. Sin embargo esa joven ha despertado un momento preciso en mi pasado. Hace muchos años conocí a una joven que al igual que ella era un felino, uno incapaz de lastimar. Su vientre pronunciado me hace odiarme a mí mismo. En el pasado no actuar a tiempo detono una seria de acontecimientos que termino con la vida de una mujer embarazada, una amiga.

No aparata la vista de ese objeto que establece el tiempo. Observa las agujas del reloj, con inquietud, los minutos se hacen eterno. La espera, juega con sus nervios en un buen intento por acabar con su cordura.

—¿Le habrá pasado algo? —susurra a la nada. Como si hubiera percibido mi presencia. Ha estado tan concentrada en ese reloj y preocupada por el padre de su hijo, que en ningún momento ha notado al lobo que observa desde la ventana. No se ha percatado de mi presencia. Ella se responde así misma: —No, las malas noticias son las primeras que llegan.

Él, nunca regresa tan tarde a casa, por lo que, las peores situaciones cruzan por su mente a cada instante, a cada movimiento que dan las agujas del reloj. Pero hoy es diferente. Él trae consigo el olor tan desagradable de mi cautiverio. Se están acercando. A ellas les encanta torturarme, hacerme observar el daño que les causan a otros mientras mis manos se encuentran atadas por la oscuridad.

Genoveva parece que ha percibido algo. Su respiración se agita y el miedo la absorbe de la cabeza a los pies. No se había sentido así desde del día en que murió su madre, una mujer que se hizo cargo de ella desde que puede recordar, la única madre que llego a conocer—. Ella era muy pequeña cuando sus padres biológicos fueron asesinados... creo que ese día fue la única vez que rogué... suplique por su vida y me fe concedido. Conseguí a una mujer humana que no podía tener hijos y se la entregue. Lo que nunca imagine es que llegaría a arrepentirme de mis acciones. Si hubiera imaginado lo que tenían preparado para ella, la hubiera dejado morir—. Ella deja escapar un leve gemido y acaricia su abultado vientre. No es la primera vez que la veo hacer eso, es como si el niño estuviera inquieto por su latente preocupación. Aleja la vista del reloj, en busca de alguna distracción que no sea contar los minutos.

Un golpe en la puerta la sobresalta. Acelerándole el corazón, pero no es solo el imprevisto sonido, algo más que no puede explicar hace que se le hiele la sangre en las venas. Un silencio sepulcral se alza como sombra sobre su casa, y luego nuevamente tocan la puerta—. La función ha comenzado—. Con el corazón desbocado y el terror carcomiendo sus huesos, deja el sofá, da pasos lentos y silenciosos, lejos de la puerta principal. Algo anda mal del otro lado de la puerta, lo puede sentir. Muchos olores llegan a su olfato, tantos que no logra distinguir quien o que es. Lo único de lo que realmente está segura es que está impaciente por entrar—. La están asustando. Este es un juego del gato y el ratón, solo que en esta ocasión ella es el ratón—. Tocan la puerta nuevamente con furia. Pero entre tantos olores, uno ha alcanzado su reconocimiento, y en el instante en que la verdad llega a su mente, la desesperación se apodera de su ser—. Se ha dado cuenta de que ellos están aquí. Rodeando su casa. Gira sobre sus talones, y corre por el pasillo en dirección a la cocina. Me muevo de lugar, rodeo la casa hasta tener una buena vista de su cocina. Ella esquiva el mesón en el centro, en su vista solo está la puerta. Intenta abrirla, pero se encuentra cerrada.

Secreto de la Rosa. Guardianes 5. Gato MágicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora