Muchas veces se sintió vacía, sin un propósito alguno, o como si el mundo entero estuviera en su contra... y otras veces simplemente quería mandar a la mierda todo, y resguardarse entre todas las mantas de su cama.
Pero está vez fue diferente, está vez superaba en grande a todo lo demás, está vez quería desaparecer, gritar y correr del dolor que su cuerpo entero estaba sintiendo.
¿Cómo Roseanne pudo mentirle de esa manera? ¿Cómo pudo decirle que la amaba a los ojos sin una sola gota de culpabilidad?
Oh, espera. Roseanne nunca le dijo que la amaba... Vaya sorpresa. Eso la hizo sentir mil veces más estúpida.
Porque tuvo que haberlo visto, tuvo que haberlo prevenido. La rubia algunas veces actuaba como una extraña, como si tuviera miedo, como si buscara algo con desesperación. Pero nunca pensó que ella era parte de ese "algo". En realidad, seguía sin comprender del todo las palabras de ese idiota.
Era algo sobre su padre... un plan... una venganza... un propósito. Simplemente demasiado para su cabeza adolorida.
Un par de golpes en la puerta de su recamara la sacaron de su ciclo de pensamientos. Aunque decidió dejar que tocaran, ella no iba a salir.
—¿Lisa, cariño? —Su madre relativamente preocupada entró cuando Lisa ni siquiera respondió —No entiendo que ocurre contigo, hija. Pero no puedo verte aquí encerrada y simplemente no hacer nada... Lisa... háblame, por favor.
—Solo quiero dormir mamá. Estoy bien, solo cansada... —Murmuró con sequedad. Lo último que quiere y necesita es dar explicaciones con detalle.
—¿Sabes? Siempre fuiste una niña complicada, cuando eras pequeñas querías resolver todo tu sola, no te gustaba quejarte o pedir ayuda... con el paso de los años eso simplemente empeoró, te encerraste en una burbuja de adolescente rebelde y terminaste guardando muchas cosas. Algunas veces tu padre me dijo que era porque eras extremadamente independiente y que eras de esas personas que prefieren su propio espacio... y lo comprendí.
—Mamá, por favor. No tengo ganas de escuchar sobre mis años dorados —Puso los ojos en blanco y automáticamente le dio la espalda a su madre.
—Las cosas cambiaron, cuando empezaste a salir con Mina, sonreías más, cantabas en todo momento, bailabas, hablabas conmigo, con tu papá... fuiste más feliz, tu rostro lo demostraba. Y cuando ustedes dos terminaron... eso se vino abajo, te dolió, lo sé. Pero mejoraste... y ahora que Mina regresó, no es de extrañar que estés así.
Lisa quiso reír de eso, si su madre supiera que esto no tenía nada que ver con Mina... de hecho, ni siquiera tenía cabeza para pensar en la japonesa.
...
Jisoo cerró la puerta detrás de ellas, se cruzó de brazos y espero pacientemente a la rubia. Durante todo el día, Roseanne lucía bastante apagada, sin ganas y de muy mal humor. Y desde ahí la castaña supo que algo estaba mal, pero por supuesto, como Roseanne solía ser terca la mayoría de las veces, no se lo dijo inmediatamente.