𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟖

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La pila de libros en los brazos de su hermano continuaba creciendo mientras Jeremiah lo animaba a seguir, ella intentaba contener su risa, observando como Steven ya empezaba a utilizar sus dientes para estabilizar la torre.

—Creo que puedes con estos otros— murmuro Jeremiah colocándole cuatro libros más, aumentando el peso que cargaba su mejor amigo.

—Tú puedes, podríamos romper un récord—alentó a su mellizo en el mismo tono del rubio, atenta a cada movimiento.

Su mano cubrió su boca cuando varios libros casi caen al suelo, pero Jer había sido más rápido, sosteniéndolos para evitar el estruendo que provocarían contra el suelo, los tres se miraron unos segundos antes de reír de manera silenciosa, los ojos de la chica automáticamente buscaron a su pareja, encontrándolo a lo lejos sirviéndose una bebida en un pequeño vaso, ella soltó un suspiro, mirando de nuevo a los dos chicos.

—De nuevo, esta vez será más alta —dijo con emoción su mellizo, bajando la torre que aún tenía en sus brazos —¿Qué opinas Bee? ¿Quieres apostar? —propuso con una sonrisa.

—Por esta ocasión paso —contesto mientras volvía su vista al chico que seguía bebiendo —Ahora vuelvo— fue lo ultimo que dijo antes de alejarse.

Ambos chicos compartieron una mirada, levantando los hombros con desinterés, volviendo a su emocionante juego, sin saber que Susannah ya había visto su modo de entretenimiento. Shelby por otro lado llego junto al mayor, observando como terminaba de beber lo ultimo que le quedaba de alcohol, cuando él noto su presencia renuncio a la idea de rellenar su vaso, así que lo dejo de lado, dedicándole una sonrisa a la chica frente a él, pero cuando ella solo lo observo, como si tratara de mirar sus pensamientos, analizándolo por completo, intentando indagar en el sufrimiento que sus ojos transmitían, soltó un suspiro tomando su mano, atrayéndola a un abrazo, dejando su barbilla sobre la cabeza de ella, hundiéndola en su pecho.

—¿podrías no mirarme de esa manera? —pregunto él en un tono tan bajo que solo ella podría escucharlo.

—No se de que hablas— dijo ella, alejándose lo suficiente para mirarlo, levantando la mirada para encontrar la suya —¿A que mirada te refieres?

—A esta, justo la que tienes ahora.

—Te refieres a mi mirada de confusión —afirmo burlona —Lo lamento es involuntaria —sonrió.

—No —le dijo con cierta seriedad en su voz —Me miras como si no me conocieras, tus ojos me observan como lo hacen con las personas que apenas conoces —paso una de sus manos por su cabello, dejando solo una en la cintura de ella —Es como si intentaras conocerme, saber que pasa por mi mente, para saber cómo actuar conmigo.

𝗠𝗘𝗧𝗔𝗡𝗢𝗜𝗡𝗔 - CONRAD FISHERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora