Him

17 2 0
                                    


Había días en que si intentabas reflejarte en su pupila no podías, todo en su semblante de pronto se oscurecía, y su piel se volvía fría, sus labios se secaban, todo en él se volvía de otoño. 

La era de oscuridad y sufrimiento había llegado a su fin, vagaban por los pueblos y villas solo los saldos de las guerras pasadas, aquellos cuerpos que como fantasmas transitan entre los recuerdos de las huellas que una vez vivos dejaron a su paso. 

La mano gentil del dojo que una vez mi padre fundo no era ajena a los cambios de la nueva orden, los días de paz venían en la forma de una sonrisa. Y aunque él ya no pisara esta tierra sus ideales corrían vivos por mis venas, con esa voluntad presente es que aquel hombre con la mirada perdida en el pasado y el cuerpo tan lleno de heridas tenía que ser ayudado. 

 "persiguió demonios con sus ojos como estrellas" 

Su historia no la contaban sus labios, sino su espada, y aquella no era una espada común y corriente, era una sabakatou la espada de doble filo, aquella que solo Hitokiri Battousai era capaz de empuñar, pero eso todavía no lo sabía. Por la forma en que la llevaba se notaba que no era un samurái activo, al menos no uno que hubiera matado recientemente. 

Lentamente fue recuperando sus fuerzas, tanto como para entrar al salón por su espada, y por primera vez escuche su voz, y cuando respondí sonriendo sus ojos volvieron a la vida, aquellos que una vez eran opacos, hoy volvían a encontrar su brillo, y fue como si se abriera el cielo entre las nubes en medio de la noche para encontrar estrellas, su mirada traspaso mis pestañas volando como mariposas haciendo espacio hacia mí.  Y la vida, aunque ya era difícil de vivirla Kenshin trajo de nuevo la alegría a donde tal vez yo todavía no sabía que faltaba. 

Sus días no podía decir si lo enviaba o no, pues divaga entre dos mundos, librando batallas imaginarias en su cabeza, y a ratos regresando al mundo real, un ir y volver del infinito infierno que había dejado sobre sus hombros y que escondía detrás de una simple y cálida sonrisa, una que él no sabía en ese entonces yo podía leer. 

sus cabellos rojizos cayendo sobre su frente, y que con el vaivén del viento cosquilleaban sus mejillas dejando entrever la cicatriz legendaria y volvía a escuchar los susurros de la gente "una herida hecha con rencor nunca sana"

tal vez cuantas veces en la historia de su vida había terminado en un dojo como este, recorriendo los mismos paisajes, siendo ignorado y despreciado por las personas por el simple hecho de cargar una espada en un mundo donde la espada era violencia insensata. 

de todos esos lugares termino cayendo a nuestros brazos, lo acurrucamos en nuestras habitaciones, limpiamos su cuerpo, cosimos y vendamos sus heridas, alimentamos su cuerpo y dejamos sanar su alma con palabras de amor.  Y de pronto simplemente dejamos que su alma se fundiera con el dojo a tal punto de que dejarlo ir ya no era una opción, su corazón estaba echando raíces demasiado profundas no solo en el dojo sino en todas las personas que llegaban a sus pies. 

Sin buscarlo, sin pretenderlo sus dedos se enredaron en los míos, y la vida quiso que camináramos juntos frente a todos sus demonios y los míos.  

"Siempre quise que alguien pudiera entender lo doloroso y difícil que es...."

MemoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora