"En este mundo, la carne de los débiles es el alimento de los fuertes. Los fuertes viven, los débiles mueren"
Sus ojos se abrieron con el sonido del jugueteo de la campana de viento. Se vio envuelto con una manta que despedía como un incienso el aroma de aquella muchacha, respiró hondo mientras su mente dibujaba sus ojos azules como las flores de jazmín ocupando un espacio dentro de su ser, grabandose como la tinta en un papiro.
Era de madrugada, no recordaba por cuánto tiempo había dormido, intentó incorporarse, pero el dolor punzante en su abdomen le impedía moverse, ágilmente palpo su vendaje y al volver la mirada hacia su palma y desplegar sus dedos ensangrentados, todo se volvió rojo.
"las cicatrices de mi pasado determinarán mi futuro"
Rojo, aquel era un color que le era demasiado familiar. un color con el que su camino por estas tierras había sido injustamente manchado, su inocencia mancillada ante el horror que ningún niño debiera presenciar.
"cierra los ojos shinta, no mires"
La dulce voz amable y humilde de quien sin ser herencia de sangre le había dado una mano a un niño en tiempos de hambre y dolor, la sonrisa cálida que bañó su abandonado corazón y llenó su breve historia de felicidad. Quebrada su voz y sus huesos cuando el filo de una espada arrebato en lo que dura un instante lo que él deseó alguna vez llamar familia, si es que alguna vez se pudo llamar así.
Solo existia el miedo y en su mirada como una historia de terror que jamás termina, se iban apilando los cuerpos que lo protegían uno sobre otro y una risa borracha y burlesca le hacía entender lo insignificante que era la vida para quienes la profanan. Con una determinación sesgada en el miedo, sus temblorosas manos se aprietan contra el mango frío de la espada que hacía segundos había sido protagonista de su tragicómica historia.
"otras vidas dependen de mí, mi vida no es solo mía"
Otra palma se posó sosteniendo la suya ensangrentada y con un paño y agua, así de fácil limpió el color rojo sobre su mano, sacándolo inesperadamente de aquellos recuerdos. Aun sorprendido, alzó la vista para encontrarse con la profundidad de su mirada y lo embriagadora de su sonrisa.
"puedes morir en cualquier momento, pero vivir requiere de valentía"
Y tal vez, solo tal vez había encontrado ese valor, allí entre el límite de su mirada, entre la comisura de sus labios al sonreír. Aquella muchacha de cabello azabache, aroma a jazmines y ojos azules palpo sus vendajes abriéndose paso sin permiso por entre su hakama, la oyó decir suavemente que sus vendajes necesitaban ser cambiados nuevamente, que las heridas se habían abierto y que necesitaba un médico.
Y él se daba cuenta, que cada vez que le hablaba sus ojos no le miraban, y que sus mejillas se teñían como las flores de cerezo en primavera de un tenue color rosado. posó su mano sobre la de ella, obligándola a mirarlo a los ojos y ella pudo ahí en ese instante ser testigo de su oscuridad.
"crees que no he visto esa mirada antes, pero es tan difícil no llorar"
Sus ojos eran oscuros, fríos, carentes de brillo. y también eran ojos de alguien que había perdido su rumbo y su humanidad. pero eran ojos grandes y redondos como los ojos de un niño, como si estuviera atrapado en algún lugar de si mismo, esperando a ser rescatado de aquella infinita oscuridad, quería llorar.
el tenue color rosado de sus mejillas desapareció, su mirada atónita ante el tacto de sus manos desapareció, sus ojos se suavizaron y volviendo a regalarle una sonrisa ella le dijo "todo estará bien" el viento golpeteo nuevamente la campana sobre sus cabezas, la brisa cálida y el sonido del viento contra los árboles trajo tranquilidad a un corazón atormentado, cazado por el pasado que hasta ese instante seguía siendo su realidad.
"¿cual es tu nombre?" susurro suavemente, "soy kaoru, dueña de este dojo y heredera del estilo hitten mitsurugi ryu, mucho gusto"
"ni el más grande y cruel de los asesinos puede escapar al amor"
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Memories
Fanfiction¿al fin aquí, podré descansar?" se dejó llevar por la gravedad del océano, no había dolor, ni odio, ni amor, ni sangre derramada, solo la realización de un sueño, la muerte que hace tantos años lo perseguía, estaba más cerca de lo que él pudo imagin...