healing

32 4 0
                                    


"Aquellos que nunca han cometido un error están en peligro"

Con sus gentiles manos tomo una toalla y comenzó a secar su cabello.  mientras sus dedos delicadamente le peinaban, cerraba los ojos,   y otra vez su mente lograba estrepitosamente escaparse y regresar a épocas que debía enterrar.  podía verla a ella al otro lado de aquel río, estirando sus manos hacia el con una sonrisa, dándole la bienvenida, intentaba acercarse y cruzar, pero el puente que una vez se alzaba ya no existía y el río había crecido haciéndole imposible poder cruzarlo. 

Entonces volvía, como vuelven las aves que migran y sus ojos se encontraban con los de esta muchacha, jamás había visto unos ojos como los de ella y no podía hacer mas que preguntarse si aquellos alguna vez habían presenciado la desdicha, el hambre y el dolor, porque él al mirarla no podía adivinarlo, no como las miradas de los muertos, de quienes perecieron bajo su espada. No como la mirada de Tomoe que la espera en aquel paraje infinito con una sonrisa en sus labios estirando su mano dándole la bienvenida.  

al intentar levantarse kaoru se para junto con él  para ayudarle con sus ropas, pero el la aleja gentilmente haciéndolo por si mismo. El calor de la habitación embriago sus sentidos y tambaleándose recostó todo su peso sobre ella, quie le ayuda a sentarse nuevamente " aun estas muy débil, deja que yo lo haga hmm?" dijo sonriendo.  kenshin se sentó, dejando que ella le vistiera, paseo sus dedos por su cabello, "¿quieres dejarlo así, o lo atamos?" dijo volviéndose hacia su espalda mientras sus dedos bailaban entre sus cabellos. 

En la vida de un samurai el cabello es una señal imprescindible, atado en una alta cola de caballo es señal de que ese samurai es aun activo, atado en una cola baja, o simplemente cortado es señal de inactividad. 

kenshin se incorporo, pidiéndole dejar su cabello suelto. al salir de la habitación de baño, kaoru tomo su mano para guiarlo por el dojo hasta una gran habitación que daba hacia un hermoso e iluminado jardín, mientras mirando su rosada palma sujetando la suya se preguntaba cuanto tiempo hacia que una mujer le había tratado con tal gentileza. 

"esta será tu habitación, estamos muy felices de tenerte. debes estar cansado, hice que trajeran tu comida aquí para que puedas descansar" 

cerca del futón había una pequeña mesa, sobre esta  una cuenca de arroz humeante le esperaba, un pequeño vaso con una botella de sake, pescado frito y sopa. kaoru desapareció de la habitación y con ella la luz  y el aroma dulce. 

lentamente se acerco y se sentó, sentía una extraña calma en ese lugar. el sonido de las aves afuera, el viento soplando contra la campanilla. no habían gritos de dolor, ni de auxilio. el viento no traía el aroma de la guerra entre sus brazos. parecía un sueño, pellizco su brazo que descansaba sobre la mesa, y frunciendo el ceño confirmo que no soñaba, que estaba ocurriendo. 

su estomago crujió ante el aroma de los alimentos, comenzó por el arroz, los palillos no importaban y engullo como un niño hambriento cada plato. abruptamente las puertas del shoji se abren, kaoru traía los palillos,  sintiéndose atrapado sus mejillas se tiñiero de rosa. 

kaoru sonrío "me alegra que la comida sea de tu gusto", kenshin no pudo ocultar su vergüenza y escondió las manos llenas de arroz  detrás de su espalda. Ella se acerco y se sentó frente a el. "no tienes que apenarte ¿sabes?" comenzó diciendo mientras sacaba un pañuelo "llevabas dos días durmiendo, es normal que tengas hambre" . kaoru estiro su mano pidiéndola la suya, kenshin sin mirarla las enseño, y ella gentilmente las limpio. 

se acerco mas  a su lado " ¿puedes usar los palillos?" le pregunto casi en un susurro, kenshin tomo los palillos  y comenzó a comer nuevamente. kaoru le alentaba, pero le pedía que comiera un poco mas lento ya que si comía demasiado rápido podría enfermar y sus heridas volverían a abrirse. 

kaoru volteo a  mirarlo, para darse cuenta que había caído rendido ante la comida.  se acerco para cubrirlo con una manta, mientras analizaba cada facción de este hombre desconocido que había llegado hasta su dojo malherido, con no solo una cicatriz en su mejilla, sino en todo su cuerpo. 

"Aquellos que nunca han cometido un error están en peligro"

el sonido de risas y espadas de bambú golpeteando le despertaron, se incorporo, sus vendajes estaban manchados pero ya había mucho menos sangre, sujeto su abdomen con una de sus manos mientras se levantaba, ató su cabello en una cola baja y salió de la habitación.  

frente a el kaoru entrenaba con un pequeño niño y aquellas risas que oía eran dos pequeñas jugando alrededor de un anciano que estaba sentado en uno de los pasillos observando la practica. 

¿era esto lo que llaman familia?

MemoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora