Un inicio

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Faltaba una semana, tal solo una miserable semana para que pudieran cumplirse dos meses desde ese día. Dos meses desde que despertaba solo en una cama fría donde la calidez  que solía tener era ya solo un recuerdo, dos meses desde que la única compañía que tenía era la soledad de su apartamento.

Dos malditos meses desde que su amado decidió irse de su lado, llevando sus pertenencias en una maleta, donde, sin saber, también se llevo su corazón y su vida entera.

Namjoon se encontraba acostado en el sofá de la sala, recordando las veces en las que él y su esposo compartían tardes juntos.

Viendo alguna serie mientras se tapaban con una manta y bebían chocolate caliente, las veces que compartían besos lentos que se volvían más apasionados y daban como fin un anochecer haciendo el amor.

Pero todo eso había terminado, y a él le costaba aceptarlo. Llevaba cinco años de matrimonio con el peli negro, durante ese tiempo nunca le pasó por la mente la probabilidad de que su esposo le fuera infiel y mucho menos la idea de que lo dejará sin mediar palabras y se fuera con su amante.

No lo iba a negar, la vida de casado no era color de rosa. Hubo más de una vez en la que no estaban de acuerdo en una decisión y todo terminaba en una leve discusión, el pelinegro se molestaba cuando el moreno dejaba sus pertenencias tiradas por la habitación, y Namjoon se quejaba cuando el pelinegro se tardaba demasiado arreglándose cuando salían algún lugar.

Pero, a pesar de esos detalles, Namjoon lo amaba, amaba sus ojos, sus labios, su piel, la personalidad amigable e infantil que solía tener, su forma de cocinar, su caminar, todo, lo amaba de pies a cabeza, su mundo entero era el pelinegro.

¿Que hice mal?

Se preguntaba a si mismo una y otra vez. Desde la partida del mayor, no había dejado de preguntarse a si mismo en que había fallado para que su esposo tomará esa decisión.

Suspiró desconsolado, giro hasta quedar boca abajo en el sofá. Su mirada se detuvo en el cuadro que reposaba sobre la isla de la sala, era una fotografía de su boda.

La foto mostraba un Seokjin sonriente con un hermoso traje blanco con diseños plateados en el saco, su cabello morado (en ese entonces) con una bonita diadema de perlas blancas que brillaban tanto como sus ojos y en sus manos un ramo de rosas rojas envueltas en una tela transparente blanca, dándoles un toque delicado.

Sonrió con nostalgia

Ese había sido el día más feliz su vida, después de años de noviazgo habían decidido unir sus vidas, y aunque, no fue fácil al principio, no sé arrepentía de ello.

Nunca lo haría

—¿Porque? Mi amor— pregunto a la nada.

Desde la partida de su amado no había dejado de cuestionarse a sí mismo en que había fallado, nunca le había negado nada, ni tratado mal y mucho menos haberle puesto una mano encima de forma brusca, siempre lo trato con amor y cariño.

¿Talvez la economía?

No, no podía ser su economía, vivían bien, es cierto no era ningún millonario y menos un sugar, pero tenían un bonito apartamento lo suficientemente grande para dos personas.

Contaba con una bonita cocina bien equipada, una linda y amplia sala con sillones y una plasma grande, una habitación llena de los muebles necesarios con una cama matrimonial muy cómoda y un baño muy satisfactorio y bonito.

Si, era un bonito apartamento para una pareja de jóvenes casados.

Cómo ellos

Y sin olvidar sus ingresos como supervisor de una línea de fotógrafos en una empresa de modelaje semi famosa en el país. Básicamente nunca les faltó dinero ni un techo, entonces, si no fue el dinero ni el amor lo que les faltó, ¿que era exactamente?.

Love Maze [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora