Capítulo 23: Un día como cualquier otro en el trabajo.

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Notas: al momento de escribir estas notas estoy bastante seguro de que este capítulo tal vez no sea tan largo.

Tal vez.

Bueno eso lo veremos.

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Eran alrededor de las 2:30 de la tarde, el sol estaba en un gran apogeo iluminando las calles e irradiando su calidez constante. El día en general era hermoso por decir lo menos, no había persona que no transcurriera por las calles que no tuviera un objetivo en su mente.

Era algo común pensar eso ya que Tokio era una ciudad considerada consistente, muy consistente. Parecía que no había Japonés que no tuviera nada que hacer, en especial cuando apenas era el segundo día de la semana, por lo que las actividades de trabajo y las agendas aún estarían pendientes por terminar.

Todos trabajaban.

Si todos querían que este país avanzara y no se quedara atrás con las demás potencias mundiales como Estados Unidos y la Unión Soviética, todos tendrían que poner un poco de su parte para ayudar a desarrollar este país lo más que se pudiera.

Eso significaba también que todas las líneas de defensa, hasta las más pequeñas tendrían que hacer sus rutinas diarias para no perder la consistencia que tanto les había costado conseguir.

La seguridad en Tokio, y prácticamente en todo Japón, se había mantenido en niveles normales llegando a ser un poco aceptables, la violencia persistía, no había ciudad sin crimen por lo que ninguna podía jactarse de ser la "Ciudad más segura del mundo", pero casos como ladrones, criminales y el crimen organizado en general, eran dejados a los oficiales de policía y detectives de todo el país. No importaba si el mundo en el que vivían existían seres del inframundo, no podían darse el lujo de perder a las agencias de seguridad e inteligencia, incluso si eran oficiales de tránsito, hasta soldados de fuerzas especiales, todos serían necesarios al final del día.

Pero a pesar de todo el asunto de darle prioridad igualitaria a todas las agencias, existía un acuerdo tácito de que la Seguridad Pública de Japón encargada de la exterminación de demonios sería considerada la más importante de todas por encima de todas las fuerzas policiales, era algo contradictorio al final del día como darles más beneficios a los cazadores de demonios, pero había que pensarlo bien y ponerse en sus zapatos para darse cuenta que la vida de esas personas no suele ser siempre de color de rosas.

Se podría decir lo mismo de casi cualquiera agencia de seguridad, pero se quedaban muy atrás de las experiencias vividas por los cazadores de demonios, que incluso al final ni siquiera pueden ser contadas por ellos mismos porque suelen morir antes de contar sus versiones de la historia o como les afecta su trabajo en sus vidas, al final todo eso siempre sale a la luz por personas que apenas pudieran entablar conversaciones con ellos.

Por lo que lo mínimo que podían hacer era darles un poco más de prioridad a Seguridad Pública, eventualmente daría sus frutos y las agencias de cazadores fueron más reconocidas a nivel mundial incluso por encima de los militares de cada país.

Con el paso del tiempo el mundo se acostumbró a la idea de que los cazadores fueran la primera línea de defensa para el país, aunque pareciera surrealista meter en esa categoría a personas que se vestían con trajes o sacos de vestir bastante elegantes, al final había que admitir que solo los cazadores eran capaces de protegerlos de los demonios.

Incluso si les dolía a los tipos que estaban en las academias militares entrenando hasta morir, solo para que terminaran teniendo un rango menor contra gente que se vestía con traje y se veían geniales usándolos.

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