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—Yo…las perdí y jamás volveré a verlas.

No supe que responder, no comprendía de quienes hablaba.

Nos mantuvimos en esa posición por lo que fueron unos minutos mas, Nate aferrado a mi como si fuera a irme a algún lugar y yo abrazándolo como si así pudiera quitar su dolor. Poco a poco su llanto fue cesando dejando un pequeño hipo en muestra de su ebriedad.

Me aleje un poco, aun sin soltarlo, levanto su cabeza de mi hombro y me observo con sus azules que estaban rotos, destilaban tristeza y una punzada se instalo en mi pecho.

Parecía un animal indefenso en esa posición, con esa mirada, su cara tenia rastros de lagrimas y su hipo no paraba. Quite los restos de agua de sus mejillas con mis pulgares como en algún momento lo había hecho él conmigo, sus ojos no se despegaron de mi acción en ningún momento.

Comencé a poner de pie y tendí mi mano.

—Arriba.—Dije de la forma mas suave que podía.

Nate acepto mi mano y con algo de dificultad se puso de pie, pero se tambaleo cayendo encima de mi; afirme mis pies al suelo y pude sostenerlo. Tome su mano pasándola por mis hombros y rodee su cintura con mi brazo, si pesaba pero no era la primera vez que trasladaba a un ebrio. Los recuerdos solo querían abarrotar mi mente pero no lo permitiría, tener a un chico en peso muerto sobre mi tampoco me daba mucho espacio.

Comencé a caminar dando pasos pausados para que Nate con sus pocas fuerzas y consciencia me siguiera, así fuimos hasta el baño, con algunos balbuceos de su parte inentendibles.

Lo sente en la tasa del baño y abri la regadera con agua fría tirando apenas a tibia, Nate se deslizo hacia el suelo y coloco su cabeza cerca del retrete a los segundos de esa acción comenzó a vomitar.

—Eso es, largalo todo.—Frotaba su espalda mientras el seguía en lo suyo.

Tome la toalla de mano que humecedí un poco en el agua fría y volvi a su lado, luego de que terminara de largar todo el alcohol de su cuerpo, lo obligue a mirarme tomándolo por su barbilla y limpie sus comisuras.

—Mi madre…—Aleje la toalla de su rostro.—Ella…le hubieras encantado.—Y su cabeza cayo muerta en mi hombro como si no pudiera sostenerla mas en su lugar.

—Nate necesito que copeeres.—Levante su cabeza para captar su atención.—¿Puedes quitar tu camisa o entras como estas al agua?

—Hazlo tu.

—Ni el alcohol te saca lo pervertido.—Rode los ojos ante su comentario sin titubeos.—Vamos siéntate de nuevo.

Lo ayude a volver donde se encontraba en un inicio, una vez ahí pude quitar sus tenis mientras él intentaba torpemente desabotonar su camisa, realmente sus manos no coordinaban.

Inspire profundamente armandome de valor, su camisa estaba bañada en alcohol y yo no podía soportar este olor un segundo mas. Lleve mis dedos hacia los primeros botones, Nate al verme alejo sus manos dejándome via libre, mi cara ardía como si el sol estuviera a un metro de ella y mis manos intentaban no fallar ante el nerviosismo, mientras tanto los ojos azules me inspeccionaban con una mueca.

—Tu cara…eres un tomatito.—La risa comenzó a brotar de los labios del pelinegro que aun parecía un niño indefenso.

—Aja, vamos ayúdame con esto.—Ya había desabotonado la camisa, ahora solo debía quitarla de su cuerpo.

Una vez fuera lo ayude a ponerse de pie, había visto su abdomen incontables veces ya que este chico pasa mas de la mitad del día con su torso desnudo.

—Nate.—Llame su atención.—¿Puedes entrar ahí? Ire a buscar ropa limpia para ti.

Asintió torpemente y lo deje apoyado en el lavamanos mientras salía del lugar, me dirigí a su habitación revisando los cajones buscando que podría ponerse. Tome un chandal gris con una camiseta blanca, segui rebuscando debía enterrar mi dignidad y llevarle unos boxers, los encontré y tome uno sin ver para terminar con esto rápido.

Mi boxeador de ojos azules.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora