Capítulo 1

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Alice

Mi día comenzaba como tantos otros, la base beige cubría lo que quedaba de hematomas en mi piel; me observaba en el espejo: mis grandes ojos avellana, sobre unas prominentes ojeras, con mi enmarañado cabello castaño, el cual no tuve tiempo de peinar, mi pálida piel que no podía lucirse bajo el color morado que surcaba por zonas y algunos rasguños. Mi pregunta era una sola, de tantos espermatozoides ¿por qué tuve que ser yo el más rápido?

Suspiro ante mi reflejo, luego de diecisiete años uno aprende a convivir con lo que le toca, y lo que la vida había elegido para mí solo era mierda.

Cuando termino de disimular lo más que puedo los moretones morados en mi mejilla, dejo el maquillaje en su estuche. La verdad es que cada día me perfecciono más en el arte de cubrir marcas, siento que llevo haciendo esto desde que nací, como si lo primero que me hubiera dado el doctor al verme fuera una brocha y maquillaje, lo irónico es que no me gustaba hacerlo pues no lo hacía por placer sino para ocultarme de las miradas y preguntas. Otro suspiro escapa de mí, todos los días deseaba no despertar, no haber nacido, y es que eso me había enseñado: que soy la razón por la que su vida se convirtió en una mierda y debo pagar por ello, si el sufre yo debo sufrir el doble o el cuádruple por ser la responsable. Cierro fuerte los ojos intentando tranquilizarme y dejar un semblante normal como hago siempre para pasar desapercibida.

Salgo del cuarto de baño ignorando los recuerdos de la noche anterior que venían junto con los dolores en mi cuerpo. Me cambio el pijama por el uniforme de mi instituto que consta unas medias hasta las rodillas azul marino, una falda a escocesa azul y gris, camisa blanca, corbata y un suéter que van a juego con todo el uniforme siguiendo las tonalidades azules, termino por calzar mis tenis negros. Tomo mi mochila y meto algunas cosas que no tengo en mi casillero y que debo usar hoy, una vez todo listo bajo para irme al instituto esperando no cruzar un mínimo contacto con mi padre.

—Hola Alice.—Su voz interrumpe mi camino hacia la puerta. Me doy la vuelta y veo a mi padre, un hombre alto de 52 años, tes morena, cabello castaño muy oscuro con unas cañas que no desentonan y un semblante que podía cambiar a la situación que lo requiriera, allí estaba él, aquel hombre que me dio la vida y me saco las ganas de vivirla: Michael Collins.

Aquí vamos con la rutina bipolar de siempre a la que me acostumbró.

—Ho..hola pa.—digo mientras trago duramente sin saber que esperar.-¿cómo estás?

—No te importa, como sea, debo irme a trabajar, adiós cariño.—Se levanta y me da un sonoro beso en la frente que causa un estremecimiento en todo mi cuerpo.

—Claro adiós.—Respondo con un pequeño alivio de que fue un intercambio rápido.

Se habían vuelto rutina fingir demencia por la mañana y yo solo seguía el juego, no había mas que hacer. Llevo años atrapada en este túnel tan oscuro, prácticamente seguro nunca vi la luz ni cuando salí de la vagina de mi madre. Y no hablo de una luz literal, mas bien una luz interior, cuando todo va bien y puedes relajarte porque sabes que todo va en su curso aunque sean cinco minutos.

Salgo de mi casa sin desayunar, no acostumbro a desayunar por las mañanas porque me quita tiempo para poder dormir, es decir, desayunar en mi casa implicaría despertar más temprano aún y no estaba dispuesta a ello...en serio no entiendo como fui el más rápido.

Me dirijo al instituto por el camino habitual escuchando música absorta del mundo a mi alrededor, pienso que en pocos meses ya se termina esta rutina para mí y quizás pueda huir a una nueva vida, quien sabe.

Un pequeño empujón me saca de mis pensamientos haciendo que trastabille con mis propios pies, pero no llego a caer. Cuando logro recuperar el equilibrio me doy vuelta para ver quién había sido el autor de dicho tropiezo, me encuentro con una cabellera negra azabache y una enorme espalda sudada alejándose de mí al ritmo de un trote. Genial casi me estampa contra el suelo y ni siquiera había parado a pedir disculpas, por lo menos. Idiota.

Mi boxeador de ojos azules.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora