Mi boxeador de ojos azules.

20

Alice.

El dolor en mis muñecas y tobillos comienza a sentirse a medida que voy despertando, mi cuerpo se encuentra adormecido y la cabeza me va a explotar.

Donde sea que este, oigo pasos yendo de un lado a otro. Me obligo a abrir mis ojos, que duelen al primer contacto con la luz de la habitación.

Me encontraba sentada en una silla, atada de pies y manos con una soga que cortaba mi circulación, le presto atención a mi alrededor, me encuentro en una habitación con apenas una luz que iluminaba lo suficiente, todo era gris, el olor a moho se impregnaba en mis fosas y solo contaba con una pequeña mesa y una silla además de la mía.

–Al fin despiertas dormilona.

Al oír su voz mi corazón se acelera y mi respiración se corta, mi mente es abarrotada por imágenes: yo bajando por el ascensor, el delivery con la caja de pizza en sus manos, iba a tomarla cuando unas manos me tomaron de atrás cubriendo mi nariz con un pañuelo, lo último que vi fue al chico sonriendo frente a mi y una frase que oí a mis espaldas: ''Feliz cumpleaños princesita'', luego todo fue negro.

Los pasos comienzan a acercarse hasta que Michael se posiciona frente a mí, huesudo, con su mirada bañada en rencor que se escondía tras unas grandes ojeras, aun emanaba olor a alcohol y podía divisarse restos de polvo blanco bajo su nariz. Tenia barba de unos cuantos días e imaginaba que su ropa también llevaba sin cambiarse por días. Jamás lo había visto en tal estado deplorable, si, llegaba ebrio pero al día siguiente vestía de traje y fingía demencia.

—¿Cuanto tiempo paso?–Me atrevo a preguntar con apenas un hilo de voz, mi garganta se encontraba reseca.

–Solo dormiste cinco horas, como tu madre, tienes el sueño ligero. Con lo que inhalaste deberías haber despertado en cuatro quizás cinco horas mas.

Caminaba de un lado a otro frente a mi.

–De todos modos me alegro que hayas despertado, aún falta mi regalo de cumpleaños.–Frenó su caminar para observarme con un brillo indescifrable.–Estoy emocionado.-Su rostro se tornó a uno maquiavélico, que inyectaba en mi un miedo distinto al que acostumbraba.–Pasare a explicarte de que se trata todo esto.

Arrastra una silla posicionándose frente a mí, cruza sus piernas adoptando una pose relajada.

–Te regalare conocimiento, sabrás la historia completa, día a día te contare un poco sobre mi historia, tu madre y como estamos aquí.–De nuevo ese brillo en sus débiles pupilas.-Pero cada avance será una pesadilla para ti, te torturare cariño, suplicaras por tu muerte y no lo hare.

–¿Por qué me haces esto?–Apenas logre preguntar, el nudo en mi garganta era pesado, atascado, apenas dejándome respirar.

–Ya lo hemos hablado Alice, no es lo que hago es lo que mereces. Te daré un pequeño spoiler, al final te matare, no te servirá de nada la información.

Comencé a sentir las lágrimas acumulándose hasta rebalsar una tras otra por mis mejillas, en mi mente solo había lugar para unos ojos azules los cuales deseaba admirar una vez mas y decirle cuanto lo amo.

Michael chasqueo su lengua y se puso de pie acercándose a mí de un paso, tomo mi mandíbula, enterrando sus huesudos dedos en mi piel, haciéndome doler, levanto mi cara.

–No llores hija, papi esta aquí, guarda esas lagrimas de cocodrilo para después.–Me suelta bruscamente y comienza a caminar por detrás de mi, oigo el chirrido de una puerta abrirse.–Hay una sorpresa mas...pero si te la digo ya no será una sorpresa.

El estruendo de la puerta retumba por la habitación avisando que quede sola, inmersa en el silencio, en mi miseria y en el temor que tenia de morir.

Viviendo con él en algún momento desee desaparecer, abandonar esta vida, nada tenía sentido sentí que no tenía escapatoria, pero ahora si tenia un motivo, quería seguir junto a Nate, quería descubrir nuestra vida juntos y me dolía estar lejos sin al menos poder despedirme.