En el mundo donde vengo, había un libro titulado『Para evitar el fin del mundo.』
Me echó un poco para atrás el hecho de que el villano se llamara igual que yo, pero como el nombre Do-hyeon es más común de lo que pensaba, me encogí de hombros y me enganchó la personalidad estoica(*) del protagonista, mientras comía un poco de patata y mucha soda.
N/t: *Que muestra fortaleza y dominio sobre sí mismo, especialmente ante las desgracias y dificultades.
『Para evitar el fin del mundo.』era una novela fantástica en la que el recto protagonista, luchaba por evitar la destrucción del mundo, como sugiere el título. Pero Baek Eun-seong tenía un rival despreciable, y ese rival era...
—Hmph, tío. ¡Ven conmigo!
Tú debes ser Baek Ha-min, pero...¿porque estás colgando de mis piernas en estos momentos?.
En otras palabras.
¿Por qué demonios está el villano principal colgando de mi como un chicle de mi pie?
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Para explicar esta situación, tengo que retroceder unos tres meses.
Por aquel entonces, yo llevaba una vida normal en Corea del Sur, un país con una civilización moderna, no en un mundo lleno de monstruos como el del libro.
Después del trabajo, me quedé dormido mientras leía una novela web.
—¡Qué demonios!
Me levanté de un salto, sobresaltado por un rugido ensordecedor.
¿Hay una guerra? Miré a mi alrededor con los ojos muy abiertos y la boca abierta ante el extraño espectáculo.
¿Qué diablos está pasando?
Una criatura con cabeza de lobo y cuerpo de humano se acercaba a mí enseñándome los dientes. Instintivamente, me puse de pie para huir, pero me quedé inmóvil. Oí gruñidos procedentes de todas partes. Me quedé inmóvil, sin poder hacer nada, pero en ese momento, un hilo brillante apareció frente a mis ojos.
Llevaba un rato corriendo, siguiendo el hilo brillante que parecía pedirme que lo siguiera.
—¡Ah!
De repente, mis pies se elevaron y grité de terror. Alguien me agarró por el cuello.
—¿Estás bien?
—Oh, sí. Gracias.
—Es...bueno saberlo.
¿Hmm? Eso no suena como el tono de alguien que dice que se alegra.
Después de mirarme de arriba abajo, murmuró algo sarcástico con un tono de voz que me alegró de que nadie estuviera allí para oírlo. Luego me soltó del cuello como si fuera a tirarme. Rodé por el suelo y me miré las palmas de las manos, que estaban arañadas y empezaban a sangrar.
Agité las palmas de mis manos y miré con odio al hombre que me había salvado. Si vas a salvarme, ¿no puedes ser un poco más amable?
Empecé a mirar a mi alrededor para ver qué pasaba, pero los gruñidos eran cada vez más fuertes. Se me puso la piel de gallina cuando vi unos ojos azules que me miraban desde todas las direcciones.
—En cuanto a lo que hiciste, puedes cuidar de ti mismo, ¿cierto?
El hombre se burló sarcásticamente de mí y luego subió a una escalera que apareció de la nada. Me apresuré a seguirle, pero las escaleras ya se habían vuelto translúcidas y no podía subirlas.
