🎨᎒ capitulo 30

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Un carro no brindaba la misma comodidad que una cama, pero eso no tenía relevancia

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Un carro no brindaba la misma comodidad que una cama, pero eso no tenía relevancia.

El centro de la ciudad era concurrido, las avenidas tenían una afluencia vehicular elevada casi a todas horas y la gente transitaba por la acera, regresando a casa después de una cansada jornada laboral.

Un día común para cualquiera, pero no para ellos.

Tuvieron que aparcar en una calle que Jungkook consideró solitaria, el riesgo de ser atrapados existía en un bajo porcentaje y con suerte, ninguna patrulla aparecería ahí para llevarlos detenidos por actos sexuales en vía pública.

Porque si algún policía se daba cuenta de lo que sucedía en el asiento trasero del bonito y costoso auto estacionado, los arrestaría sin preguntar.

Gran punto a su favor que las ventanas estuviesen polarizadas, de no ser así, seguramente alguien vería a un omega montando estrepitosamente el pene de su alfa.

Las personas no acostumbraban presenciar ese tipo de cosas, sería un escándalo.

—Mhn, Kookie...

El calor se propagaba en el espacio cerrado, los párpados de Jimin cubrían sus ojos mientras subía y bajaba a una buena velocidad sobre el regazo de Jungkook, embistiéndose por sí mismo, disfrutando al máximo sus acertados movimientos.

No le pidió su opinión, sencillamente le ordenó que se sentara cual pasajero y se le subió encima, bajándole la bragueta con desesperación y sacándole la polla de la ropa interior.

El alfa le dejó hacer lo que quisiera, iba a complacerlo más de lo habitual, así que permitió gustoso que trabajara en su erección, poniéndola dura en un minuto con tan solo utilizar la mano y un poco de su lubricante.

Era fácil excitarse con su aroma, con sus gestos y sus ruegos.

Jimin expedía erotismo cuando se olvidaba de la pena, actuaba como un salvaje que demandaba colmar sus deseos carnales y al estar en su celo, eso se triplicaba.

Se volvía un insaciable.

—¡Ah, sí, mi alfa! —gruñó al descender de golpe, estampándose con la tela de los pantalones elegantes—. Solo mío, s-solo mío...

—Todo tuyo, amor —resolvió, al echar la cabeza hacia atrás—. No hay nadie más...

Le costó tragar, sus labios ya estaban rojos de tanto moderlos, quería evitar una orquesta de gruñidos y le urgía arrancarse la ropa, le quemaba el contacto con la tela pero no podía hacerlo debido a una caprichosa solicitud.

Solamente aflojó la corbata en su cuello, se desabrochó los dos botones iniciales de su camisa blanca y las mangas dobladas hasta los codos permanecieron intactas.

The pretty artist 🎨 ୧ ⋅ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora