Capítulo IV

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 |Should I Stay or Should I Go – The clash|

—Brooklyn, no te voy a dejar que vayas así —dijo mi hermana cruzando los brazos. Ella tenía un top fucsia, se hizo dos colas altas para que no se viera su cabello sucio y un jean holgado. Duncan estaba con una camisa playera semiabierta y unos pantalones beige que le llegaban hasta la rodilla. Y yo...— ¡¡Pareces Adam Sandler!!

—¿Y qué tiene de malo? —dije. Usaba unos shorts deportivos, una camisa holgada negra y mis converse.

—Yo lo veo como un alago. —Interrumpió el rubio que estaba viendo todo sentado en la cama.

—Ella quiere ir a un concierto con unos shorts deportivos. ¿Y de dónde los sacaste? No sales ni a correr. —Me encogí de hombros.

—Estaban en oferta. —La verdad me daba fastidio cambiarme para complacer a alguien, pero no estaba de humor para las estupideces de Paris. La quería mucho, pero era cierto que la mayoría del tiempo no la soportaba. Me levanté y tomé unos shorts de jean altos y un top rojo con un hoddie negro de mi maleta— Ya vuelvo.

Me fui a cambiar al baño, dejé la otra ropa doblada encima de mi maleta cuando terminé. Solo iba a llevar mi celular y mi identificación, podía llevar eso sin cartera.

—¿No te vas a maquillar? —Cuestionó mi hermana echándose brillo en los labios, se había agregado unos brillos debajo de los ojos y se agregó colorete. Sabrá Dios que más se puso.

—Voy a sudar, no creo que sea lo más sensato utilizar maquillaje que se me va a desvanecer en menos de una hora. — Hice una pausa considerando si me quería poner brillitos en los ojos— Pero dame de eso que te pusiste en los ojos se ve lindo.

Ella me pasó una hoja de plástico con muchos de esos puntitos brillantes. Me puse dos en la esquina de cada ojo, donde se hacen los delineados.

—Te ves linda, me gusta. —dijo mi hermana guardando su maquillaje— ¿Nos vamos?

Duncan se levantó, y se paró en el marco de la puerta.

—Después de ustedes. —Se hizo un lado para que pasáramos. Pasé yo primero y ellos me siguieron.

—Por cierto, ¿Quién te dejó pasar, Duncan? —Le pregunté.

—Tu abuelo. —Tenía sentido.

Bajamos y me despedí de todos. Mi abuela me persigno, mi madre me abrazó muy fuerte durante un buen rato.

—Mamá, me tengo que ir. Eso empieza a media hora. — Me dio un beso en la mejilla.

—Recuerda lo que te dije ayer. Te amo. —Me soltó y fue a abrazar a Paris— Cuídate. Te amo, hija.

—Chao, mamá.

—Adiós, hijas. Chao, Duncan.

—Hasta luego, señora Lewis. —Yo fui la última en salir y cerré la puerta. Me monté en la parte de atrás y me senté entre Duncan y Paris. Parecíamos Burro, Shrek y Fiona. Yo era Burro, obvio.

En el camino colocaron pop de los dos mil. Solo canté las pocas canciones que me sabía.

Luego de un rato, mi hermana saca las entradas. Estaba oscureciendo y ya había mucha gente en el lugar. Duncan estacionó la camioneta.

—¿Trajeron dinero?

—¿En serio Duncan? ¿Nos preguntas cuando ya llegamos? —dijo Parisbajándose del auto. Él también se bajó, lo que hizo que yo lo imitara. No me iba a quedar sola en el carro como imbécil.

—Solopregunto, sabes que tenemos que consumir aquí. Recuerda lo que nos pasó en New Jersey.

—¿Qué pasó en New Jersey? —Pregunté mientras caminábamos hacia la entrada.

Ese maldito verano [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora