XIX-Salvador.

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Aungus suspiró aliviado una vez que su sobrino dejó el campo de batalla.

"¿Es hora no?". Pensó resignado.

Las esferas violetas y negruzcas taponaban el sol, delegando a la vista un eclipse grotesco.

Cuánto más intentaba reunir dyn, más dolía su cuerpo. La daga que Lainarí le lanzó estaba envenenada, y era un veneno que estaba haciendo estragos en su cuerpo. La Sangre Del Guerrero, la técnica que estaba utilizando, se volvía contra él. Debido a una interacción que consumía su propio cuerpo como si de un virus se tratase.

Un veneno creado especialmente para el. "Parece que no podré seguirte, Aiden". En sus adentros, no sabía que era lo más doloroso para el.

Pero Angus Fletcher era el protector del reino de Artis, y debía protegerlo a toda costa de esa gente. Al fin y al cabo, Rianjk, Luriot, Lainarí... No eran humanos. De hecho, no estaban ni cerca de serlo.

A lo lejos, divisó como sus cuerpos se volvían más grotescos, cambiaban, mutaban. Mostrando sus verdaderas formas: Piel bordó agrietada, largas extremidades culminando en manos con garras negras.

Los Al-tinhoa, estaban volviendo a buscar venganza, y los primeros enviados estaban logrando su cometido.

Angus podría acabar con ellos... si concentraba lo último de su ser en ese ataque los desvanecería. Pero de la misma forma de desvanecería toda la gente que habitaba la ciudad. Incluso los mismos insurgentes serían arrasados por sus supuestos aliados. Eso por que para los Al-tinhoa, nunca fueron tal. Fueron peones utilizados para sembrar el caos, para buscar una brecha lo suficientemente ancha para meter sus rocosas garras.

Si la Verum caía, los demás reinos del continente se aprovecharían de la situación, cada uno buscando tomar un trozo de tierra. Es así como la guerra comenzaría otra vez. Es por éso que la ciudad no podia caer. Aunque sea injusto, Angus debía hacerlo. Debía dar su vida por protegerlos a todos, incluso a los que fueron partícipes de tal desastre.

Eso es lo que El Mago Mas Fuerte debería hacer. Todos los tatuajes mágicos que tenía se encendieron con vigor. Agua, tierra, aire, fuego... oscuridad...

Una vorágine de elementos se formó sobre él, y fue aumentando su tamaño, expandiéndose como una plaga de insectos.

—Ah... que pereza perder así mi invicto —susurró sonriente.

A lo lejos, los tres Al-tinhoa de pura sangre, se preparaban para atacar.

Rianjk había utilizado Divinitatis, Luriot y Lainarí Miscere habían creado un apocalipsis desde sus núcleos.

Los oyó gritar a lo lejos, pero no se molestó en oír el ridículo nombre que le pudieran haber puesto. En cambio, susurró con la garganta seca, el nombre de una de sus más grandes creaciones.

Divinitatis Umbra: Constelación Absorbente...

El gran tumulto de energía estalló, a la par que los meteoritos caían en cámara lenta.

Del hechizo de Angus, miles de puntos negros aparecieron en cada punto exacto en el que caerían los ataques.

Los cincuenta que bombardearían la Academia, el castillo, el mercado, las viviendas de la zona Lios y Sios. Absorbió los que caerían sobre el ejército de Verum y el ejército insurgente por igual manera.

Los puntos negros vibraban de energía, y atraían más a cada uno de los meteoritos hacia dentro de ellos.

Parado en el medio, como la radiante estrella principal del sistema que él mismo había creado, el cuerpo de Angus Fletcher se consumía a si mismo por el veneno, a la par que cada uno de los ataques enemigos era anulado por su magia.

El Legado De Thedras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora