XV-Asunción.

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El camino a la enfermería fue más silencioso de lo que esperaba, pero una vez llegaron allí, fueron envueltos por el barullo y la asonancia. Quejidos de dolor, gritos de ayuda, respiraciones agitadas e indicaciones de los sanadores.

Iris Blem fue puesta en una camilla contra su voluntad, más su voluntad no era la misma de antes. Tenía la mirada perdida en un punto entre el piso de granito y la mesita de luz que tenía a su lado, hasta que uno de los Sanadores de Tierra se acercó a ella. Le indicó varias veces el procedimiento que seguiría, más ella no prestó atención. Apenas se desconcentró cuando el Sanador activó su dyn, y comenzó a escanear la gravedad de sus lesiones. Suspiró aliviada cuando el Sanador le comentó que el procedimiento tardaría poco. Su tobillo se había torcido, y el hueso de su antebrazo agrietado por los golpes que recibió.

El Sanador de Tierra mutó dyn, e Iris redujo el suyo para permitirle manipular su cuerpo. Ésto debido a que era imposible influir en el dyn de alguien más si este no lo permitía.

Una ligera vibración se extendió por su pie, y se extendió a su pantorrilla mientras el Sanador de Tierra mataba el dyn de sus huesos, aliviando su dolor. El mismo procedimiento siguió con su antebrazo.

Luego de ser sanada por completo, su benefactor se retiró velozmente, dispuesto a atender a más gente. La consigna fue que debería descansar, más ahora mismo no sentía querer hacerlo. Es más, ya se estaba levantando para ir en búsqueda de su amiga.

Su tobillo aún se sentía incómodo, pero el dolor insoportable había desaparecido. Cuando se levantó de las sábanas blancas y comenzó a caminar por el pasillo que se formaba entre las camas de la enfermería

—Alteza, alteza, ¿qué está ocurriendo?

La voz provenía de un hombre calvo de edad avanzada. Su pecho no poseía prendas, más estaba vendado de manera que apenas se veía su piel. No pudo responder a su pregunta.

El hombre se acercó más, inquiriendo respuestas. Las demás personas sanas que estaban allí también se sumaron a la trifulca.

Las voces retumbaban en su cabeza y dolían en su corazón. Una señora de acercó demasiado, y la empujó buscando sacarla del trance. Tambaleó, y luego hundió su cabeza entre las rodillas buscando esconderse de todo el mundo.

—¿Qué mierda están haciendo? ¡Quítense de ahí!Señora por favor, ¿y sus modales?

La voz le resultó conocida, y le alegró ser defendida por alguien a pesar de no reconocerlo si quiera. Una vez lo tuvo más cerca, Drazen Barna saludó incómodo. Tenía un vendaje que comenzaba alrededor del cuello, y envolvía la mitad de su rostro.

—Llévame con Per —susurró.

—Están tratándola, deberías quedarte a descansar —recomendó Drazen con una media sonrisa.

—¡Llévame con Per! —gritó— Sólo quiero verla...

—Ay no grites... vamos, podemos mirar desde lejos —comprendió el rubio.

Iris, con la mirada cabizbaja se dejó guiar por el chico. Sólo alzó la vista una vez éste le informó que habían llegado.

Dijo que sólo quería ver a su amiga, pero cuando vio la palidez mortecina en su rostro, eligió mirar otra cosa. Se concentró en el proceso de curación que realizaban los sanadores. El barrote de metal que atravesaba su estómago seguía ahí.

Vió como un Sanador de Tierra mutaba dyn sobre las costillas de su amiga, revisando que todas ellas estén bien. El otro, estaba concordando dyn, o al menos eso sintió por la afluencia del mismo.

—Es el Sanador en Jefe, Grisegbo —dijo Drazen sujetándola por el hombro—, ella está en buenas manos. Probablemente esté intentando retirar la barra, concordando al máximo el dyn para no herirla.

El Legado De Thedras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora