Una semana después.
Kilómetros cerca de la academia, el castillo de Verum se alzaba portentoso. Los adarves rodeaban la estructura, y de ella nacían imponentes torreones culminados en punta.
En el salón principal, las banderas de la casa Blem estaban tendidas del techo al piso, y el trono de oro decorado en rojo tenía sobre él al rey. El sol de la tarde entraba con su luz rojiza por los ventanales, y el rey recibía noticias del heraldo de la corte.
Las mismas noticias que llevaba recibiendo hace meses. Petram buscaba tomar más de lo que debía. Pero ésta vez no se quedaría quieto.
—Ya no podemos dejar que sigan así. Movilicen treinta mil soldados a la frontera con Petram —decretó el rey estirando el brazo derecho.
El heraldo temeroso respondió:
—La fuerza estimada de Petram es de sesenta mil hombres de momento.
El rey suspiró y cambió la orden.
—Cuarenta mil hombres entonces, y que vaya Angus Fletcher.
—Lo informaré al comandante del ejército —respondió el heraldo.
—Pero espera, haré algo más, que hará que esos bélicos pierdan toda la credibilidad de una vez por todas —habló el rey recolocando su corona.
—Lo escucho mi señor.
—Pronto se cumplirán veinte años de la firma del tratado de paz, y la culminación de la Guerra de Diamante. Invita a la gente de Saggita, Lingum y Costadía para celebrar en un banquete conmemorativo. Extiende la invitación a Petram. Que no vendrán, ya lo sé, pero hazlo igual.
—Entendido, mi señor.
—Y tu, Iris. Deja de estar cuchicheando, ¿te parece?
Toda la charla que el rey Irwin Blem mantenía con su heraldo, estaba siendo escuchada por Iris Blem. La hija menor del linaje portaba una curiosidad que normalmente la metería en problemas. La princesa se quedó estoica tras el pilar en el que estaba, y salió cabizbaja al llamado de su padre.
—Lo siento, Padre.
—Déjalo así. Mañana irás a la Academia Mágico-Militar a darle el aviso al Director Angus. No quiero peros —la cortó una vez esta intentó protestar— te avisaré cuando el pergamino esté listo, ahora vete.
—Si, padre —se despidió.
Abandonó la sala del trono, y se internó en la alta fachada de anillos, cúpulas y pasillos del mismo. Se detuvo cuando un escalofrío recorrió su cuerpo. Volteó hacia uno de los ventanales. Le pareció ver una sombra pasar por allí, pero lo atribuyó a la iluminación del lugar y al viento que ondeaba las cortinas.
Sin saber, que aquella sombra sigilosa se dirigía a la zona Sios, a comunicar lo mismo que ella había escuchado del rey.
Caminó más rápido para llegar a su habitación, y cuando viró a la derecha por la alfombra roja, un hombre gigante con armadura negra se posicionó frente a ella.
—Alteza —habló el guardia.
La muchacha se detuvo con un salto. No podía ver bien el rostro debido a la poca iluminación, pero parecía ser...
—Pachikov no me asustes así, por Urahvé. ¿Quieres que me de un infarto? —dijo con una mano puesta sobre el pecho una vez reconoció al guardia.
El guardia no sonrió, de hecho mantuvo su rostro inmutable como de costumbre.
—Discúlpeme por el susto, alteza —respondió con una reverencia.
Su armadura negra hizo el característico ruido de rozamiento que todo hombre de siglo odiaría, e Iris rodó los ojos antes de seguir su camino.
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El Legado De Thedras.
FantasyEn la Academia Mágico-Militar, Aiden Fletcher, sobrino del legendario Mago Angus Fletcher, indaga la extraña enfermedad que llevó a la muerte de su madre. Sin embargo, se ve envuelto en un complot insurgente que busca derrocar el reino, forzándolo a...