Capítulo XXIII

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Hada despertó tendida en el suelo. La cabeza le dolia horrible al igual que la espalda. Fue la luz del sol lo que la hizo despertar con una resaca monumental. Estaba triste. Llevaba ya 3 meses fuera de casa, sin contacto alguno con sus amigos ni con algún humano que no quisiera robarla, asesinarla o violarla. La noche anterior decidió beber una botella entera de whisky que había comprado para un caso especial, el cual se adelantó cuando cayó en una ligera depresión; extrañaba a Marian con sus consejos y sus puntos de vista objetivos, extrañaba a Herman con sus comentarios ocurrentes y graciosos dichos en el momento preciso, extrañaba a Flammer, con sus aires de superioridad iguales a los suyos y los combates que solían hacer. Y mientras un pensamiento llevó a otro, se dio cuenta que lo que inició como un simple pasatiempo, terminó siendo algo que realmente le agradó a tal punto que comenzó a sentir culpa de haber aceptado la propuesta de noviazgo que Flam le hizo aquella tarde. Ella estaba caminando con él un domingo por la tarde. Estaban en la periferia del bosque prohibido cuando sin previo aviso el chico la empujó dentro del bosque. «Perdón por la brusquedad, pero tenía que hacerlo. No me gusta estar rodeado de gente cuando quiero hacer cosas importantes» le dijo el muchacho a Hada. « ¿Cosas importantes? ¿Cómo qué?» le preguntó ella a él bastante extrañada y a su vez con un aire de curiosidad. –Verás, Hada. Han pasado últimamente por mi cabeza tantas cosas que me tienen hecho un desastre mental. Entre lo de los profesores, las relaciones con los otros alumnos, las materias, tú. Todo eso. Son cosas que me están empujando de un lado a otro y que me obligan a mí mismo dar un par más y más grande a cada momento. — Le contestó él volteando a ver hacía abajo y metiendo las manos en los bolsillos. — ¿Qué pasa Flam, por qué no me dices de una vez y te dejas de tanto rodeado? —Contestó Hada tratando de obtener las respuestas lo más pronto posible. —Verás, Hada. Sé que eres una chica cerrada. Que de por sí no le gusta el contacto humano y que no sé cómo me has logrado tolerar aun cuando me he acercado más que ninguna persona [aja...] pero eso ha resultado contraproducente en dos partes. La primera, es que siento que te he hecho abierta, algo que no eras. Y la segunda que me engaño a mí mismo en un sentido para nada agradable.

— ¿Por qué lo dices? Aunque en la primera tienes razón, no es algo que me incomode. Tal vez no pueda ser así con todo mundo, pero tú has logrado tocar aquellas fibras sensibles que ni siquiera yo sabía que tenía, lo cual ya es una gran ganancia. ¿Y por qué engañarte a ti mismo?

— ¿Recuerdas la canción que te mostré hace un par de días? —Preguntó Flam.

— ¿La de The Beatles? ¿Cómo se llamaba? Do yo want secret...

Do you want to know a secret... Sí, esa misma. Cuando lo hice pensé que entenderías.

— ¿Entender qué? Sólo es una canci... ¡Oh! —Exclamó Hada impresionada y con un nerviosismo claro.

—Hada... sé que somos amigos, de hecho eres mi mejor amiga, pero es algo que siento y no puedo evitar. Me gustas y te quiero. Desde cuándo, no sé, sólo puedo decirte que me di cuenta hace un par de semanas.

—Flam... esto es...

—Incómodo, lo sé. No eres del tipo de personas que aceptan un tipo de relación que vaya más allá de una amistad, pero aun así debo preguntas... Hada, ¿quieres ser mi novia? —Preguntó Flammer quien por primera vez desde que estaban juntos en aquel día levantó la mirada. La chica se quedó en silencio mirando al suelo, después al cielo hasta que finalmente vio a los ojos a Flammer.

—Sí, Flam, acepto. Me gustaría ser tu novia. —Fue lo que dijo Hada. Recordó aquel momento como si fuera ayer. De hecho no quería serlo. «Una semana y lo corto» pensó ella para librarse del compromiso de la manera más rápida posible. Pero esa semana se convirtió en dos, y está se duplico cual mitosis haciéndose después dos meses y así pasó el tiempo y cuando menos se dio cuenta llevaban ya 6 meses, 24 semanas, 180 días de noviazgo. Los primeros en enterarse fueron Herman y Marian desde luego, pero cuando llevaban ya 3 meses saliendo, pues decidieron que no era necesario que todo el colegio se enterara de su vida privada y tampoco que tenían que dar explicación de lo que hicieran lo que no, por lo que simple y sencillamente no dijeron nada. Sin embargo, en algún momento de la relación, la noticia de que Hada Sophia Delacour y Flammer Actecmer eran pareja corrió como pólvora todo el colegio haciendo que tanto alumnos como profesores quedaran impresionados pero con una idea de «Se veía venir». Se ganaron el apodo de Bonnie y Clyde por parte de un chico nacido de muggles de Gryffindor. A Flammer desde luego le dio risa cuando se enteró por boca de Xavier Allan, quien le comentó sobre lo que se decía en su casa. « ¿Sabes quiénes son Bonnie y Clyde?» le preguntó aquella vez el chico de la casa con el león a Flam quien le respondío que obviamente sabía. Que el ser un Slytherin no le prohibía aprender sobre historia popular muggle de ninguna manera, y que desde luego, ser criado de niño por un par de no magos, le había dejado enseñanzas en su vida lo que a su manera de decir, «lo hizo un mestizo de culturas».


Harry Potter y la amenaza paralelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora