Capítulo IX: Peones

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Al día siguiente de la conversación con Arthur Delacour, Flammer y Hada estuvieron conversando sobre el hecho de los experimentos que les contó el antiguo mortífago. Sophia, como siempre, tuvo la audacia de proponer alguna idea para poder comenzar los experimentos y los entrenamientos que estaban decididos a realizar ellos dos junto a Herman.

—Mira, chico. Estuve pensando y creo que sería bueno que comenzaras a conversar con gente de tu sala, ¿sabes? Hay muchos por ahí que nos van a servir de manera contundente. Sería un buen inicio. Aparte, a lo que me han contado, necesitaremos mucha gente que nos apoye. Yo buscaré por Ravenclaw junto a Herman y tú hazlo en Slytherin. Le dijo Hada a Flam, pues este, no hablaba con sus compañeros de casa de manera tan común como lo hacía con ellos. De hecho, en más de una ocasión, se sentó en la mesa de Raven pues se sentía más cómodo ahí que en la suya.

—Sí, mira, entiendo lo que dices, pero también sabes que a la gran mayoría de ahí los odio. Son un asco de personas que se siguen sintiendo supremacistas de la sangre y que creen que su mierda huele mejor que la de los demás. Es asqueroso estar con ellos. —Protestó el muchacho para evitar que le obligara a tener que hacerlo.

—Lo sé, yo misma lo he notado, ¡pero no importa! Debes crear lazos de «amistad» para que estos comiencen a confiar en ti y cuando los ocupemos mover en el tablero estén listos y dispuestos. ¿Entiendes?

—Sí, lo hago, pero...

— ¡Sin peros, Flam! Ahora quiero que vayas y comiences a hablarles. Para hacerlo más fácil me distanciaré de ti durante un tiempo y así puedas trabajar en eso. Le diré a Herman y si los veo conversar, alejándote del objetivo, a ambos los hechizaré y haré que les salga el peor acné que puedan imaginar... ¡Bueno! ¿Qué esperas? Vete ya. —Terminó de decir Hada y levantando al chico del suelo lo hizo caminar refunfuñando hacía la sala común de Slytherin. Al entrar notó que el ambiente era de amistad y compañerismo, pero para él, no eran más que enormes sacos de materia prima a los cuales detestaba por encima de todo. Se sentó en un sillón alejados de todos, cerca de la ventana al lago y la chimenea y estuvo soltando chispas y humo de su varita hasta que una muchacha de cabello castaño y ojos verdes se acercó a él.

—Hola, Flammer. ¡Qué extraño que te dejes ver por aquí! —Dijo Marian Targaryan sentándose y subiendo sus pies a la pequeña mesa que estaba frente a los sillones.

—Hola, Marian. Y sí, bastante raro. Sólo que ahora tenía ganas de pasar un rato por la sala. Me di cuenta que no me hablo mucho con los de la casa y creo que no haría daño comenzar a hacerlo. Digo, eres la única persona a quien le dirijo la palabra aquí... y al imbécil de Jackers, pero eso es punto y aparte.

—Sabes, te presentaré algunas personas de aquí de la sala que han escuchado el cómo pusiste en su lugar al idiota de Jackers. —Dijo Marian y tomándolo de la mano lo llevó con un muchacho alto, de piel blanca, ojos grises y delgados.

— ¡Cormac, hola! —Dijo alegremente la chica hacía el sujeto con quien acaban de llegar.

— ¡Marian! ¿Cómo estás?... ¿y esté quién es? —Preguntó al ver a Flammer con la mirada clavada en el suelo.

— ¡Oh, cierto! Flammer, él es Cormac McLaggen. Cormac, él es Flammer... [Actecmer] Actecmer... Es quien te conté que puso en su lugar al engreído del prefecto.

— ¡Oh! Eres tú. Llevaba tiempo queriendo conocerte, ¿sabes? Eso se volvió muy sonado en la sala ya que todos dicen que le diste con guante blanco, porque, sorprendentemente Sophia Delacour te habla a ti y no a ese patán, cuando ese quiere una relación con ella, ¡cómico! ¿No? —Dijo McLaggen riendo y dando una pequeña, pero fuerte, palmada en la espalda a Flam. — ¡Oye, Lau! Ven, mira; aquí está el pequeño héroe de la sala...

El resto de la hora fue bastante incómoda para Flammer. No estaba acostumbrado a que tanta gente se acercara a saludarlo y mucho menos para hablar de cómo había vencido a un estudiante mayor. Estaba nervioso pero lo sobrellevó de alguna u otra manera recordando en la posibilidad de que su cara quedará marcada de por vida con acné si no cumplía bien la encomienda de Hada. Decidió volver a irse a sentar junto a un joven llamado Jack Lee Jefferson de origen estadounidense. Todos le decían «Jalee», algo que no le molestaba en lo absoluto. Ambos se pusieron a conversar sobre hechizos y clases, hasta que Jalee mencionó algo que le llamó la atención a Flammer.

—Y dime, Flammer, ¿por qué no entraste al Colegio Mexicano de Brujería y Magia? —Le dijo el muchacho al joven de primer año, dejándolo completamente perplejo y atónito.

— ¿Existe un colegio de magia en México?

— ¡Claro! No es de mucho prestigio y tiene una reputación horrible, pero se sabe que de ahí salen magos bastante capaces pero muy crueles y fríos.

— ¿Por qué lo dices? —Preguntó curioso Flammer.

—Bueno, ambos estamos de acuerdo que en Rusia la gente es bastante sería y fría, ¿verdad? El Ministerio Mágico de Kremlin, ciudad que si bien, no es la capital, si es donde se encuentra el ministerio mágica de Rusia. Bueno, ese ministerio tiene en sus filas a más de 200 aurores mexicanos así como 50 inefables y varios miembros para la regulación de criaturas peligrosas. Por eso el ministerio de aquí en Londres tiene problemas con el de allá; afirma que permiten el uso de maldiciones imperdonables para y otros métodos más «barbaros» para el interrogatorio. —Terminó de decir el joven y observó cómo Flammer ponía los ojos en blanco, y pasado unos segundos este preguntó.

— ¿Hay escuelas mágicas en Estados Unidos?

—Sí. Está el Institutos de brujas Salem, el Colegio Mágico de Montana y La Escuela Superior de Enseñanza Mágica Americana.

— ¿Y por qué no estudiaste en alguno de ellos?

—Bueno, verás: Aunque son buenos, mis padres prefieren meterme a uno de mayor prestigio europeo con un rango de materias bastante completo. Aparte yo decidí entrar a estudiar aquí. Sabes, es más cómodo, aparte tenemos el único pueblo completamente mágico de todo Inglaterra. ¡Es genial! Eso sin contar que está lleno de historia. No como allá, que muy apenas tiene algo interesante.

—Sí, comprendo... Una pregunta más... ¿Por qué el colegio de magia de México tiene tan mala fama?

—Bueno, hace un par de años, un investigador mágico francés llamado Jaques de Molles, hizo un reportaje sobre ese lugar y afirma que ahí permiten la enseñanza de artes oscuras, la cría de criaturas mágicas peligrosas como basiliscos y acromantulas. Pero lo peor es que, según el reportaje, los maestros, como forma de castigo, aplican la maldición cruciatus sobre los alumnos que comenten faltas grave o incluso por la más  mínima. Son bastante agresivos, según cuentan.

Al finalizar el día, Flammer salió a cenar acompañado de Jalee y de Marian. Los tres conversaban de manera bastante agradable. Sin embargo, Flam, se perdió un momento de la vista de todos para ir a hablar con Herman y contarle lo que Hada le había mandado a hacer. DuMort lo único que hizo fue estallar en carcajadas.

—Lo lamento, amigo. Pero no imagino tu cara llena de granos fétidos y apestosos.

—Y créeme que no se me antoja ni un poco tenerlos. Cuando pueda, te volveré a hablar, pero por ahora te pido que hagas que Hada se fije en la mesa de Slytherin y así vea que no ignoré su orden. Por favor.

—Cuenta con ello. —Dijo Herman y Flammer fue a su lugar en la mesa de las serpientes. Mientras cenaba y platicaba con Marian, la directora McGonagall se paró y llamó al silencio entre los estudiantes.

—Buenas noches a todos. Lo único por lo que llamo al orden para recordarles a los estudiantes de segundos a séptimo, como informarles a los de primero que dentro de 4 semanas, como es costumbre, el ministerio de magia mandará un escuadrón de aurores encabezada por Harry James Potter parta hacer una revisión a fondo del colegio. Como cada año, estas actividades no interrumpirán nuestras actividades, así que les pido no interrumpan las suyas y los dejen hacer su trabajo. —Dijo la directora y muchos alumnos, sobre todo de primero, comenzaron a murmurar con emoción. —También, me informó el señor Potter, que a los de 7mo año les dará una única clase especial. Es todo. Que pasen buena noche, ¡a la cama! —Dijo y el murmullo entre todos estalló. Flammer, naturalmente no le importó mucho, pero tenía curiosidad de saber para que vendría o porqué querían inspeccionar Hogwarts...

Harry Potter y la amenaza paralelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora