Capítulo VII: La encomienda

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—Buenas noches, profesor. —Dijo Flammer. —Esperamos no importunar.

— ¿Quiénes son ustedes? ¿Saben los problemas que se pueden generar por esto? Es una ruptura completa a la naturaleza humana sobre la vida y la muerte.

— ¿Por qué? —Dijo Hada—No es nada malo. Solo usamos el poder de la vida para incluso renegar a los muertos.

—Ese es el problema, señorita. Muchas cosas pueden pasar al crear hoyos dimensionales que afecten la continuidad de la naturaleza. Sólo la muerte decide [—reliquias— se escuchó de Herman] si de verdad es necesario crear estas conexiones y puentes, o si sólo podremos soñar con una directa relación.

—Sin embargo, la muerte nos habló y nos comentó que hiciéramos esto. Que habláramos con usted, pues según ella, nos puede y debe ayudar. —Comentó Flammer quien trataba de mantener la calma ante la situación.

— ¿La muerte, dices? Me gustaría que me contaras más a detalle, ya que, siendo ustedes aun un trio de niños, dudo que esa figura mágica tan de antaño y mística les encomendara algo.

—Es que no fue en si la muerte, sino una persona muerta, que me habló en este mismo lugar hace un par de semanas. —Dijo el chico de Slytherin tratando de sonar convincente para lograr llegar al objetivo.

— ¿Ah, sí? ¿Y quién fue exactamente esa persona? —Preguntó el anciano profesor con el tono calmado y amable que tanto lo caracterizó en vida, pero, que, a Flammer y a Hada ye les comenzaba a desesperar y a hacer odiar.

—Fue... mi madre. Se llamaba Hilda Actecmer, esposa de...

—Eiven Actecmer. —Dijo Albus quien cambió su mirada profunda y serena a una de impresión y preocupación. —Así que, ¿murió? — terminó de decir el antiguo ex director.

—Sí, el mismo año que nací. Realmente nunca la conocí hasta hace poco que vine a este claro para explorar un poco del bosque y pensando en ella, apareció, tal y como usted lo acaba de hacer. Hablé un poco con ella y no volví, hasta el día de navidad cuando me regalaron esto —dijo mostrando el collar que le entregaron en navidad— y al regresar para preguntarle, me dijo que hablara con usted. Que me podría ayudar.

—Cierto. Te puedo ayudar, más no sé si deba. Mi promesa fue ayudar a la familia Actecmer contra la guerra que desarrollaban con los Hillers, pero...

— ¡Pero nada! —Gritó Hada—Usted debe hacerlo. Flammer es el último de la dinastía Actecmer, si no lo ayuda y muere, usted será el único responsable de que una de las familias mágicas más antiguas de América desaparezca. Sin contar que dio su palabra de mago, y algo me dice que no lo hizo bajo juramento sabiendo que los traicionaría.

—Yo nunca traicioné a nadie. No les pude ayudar porque en Gran Bretaña también estábamos librando una guerra contra Voldemort. Si hubiera podido, les habría ayudado. Ellos lo hicieron con nosotros aun cuando no era su obligación.

—Por lo que usted queda con esa deuda, que es ahora cuando puede pagar. Ayude a Flammer para saldar su deuda. Nunca más regresaremos.

—Lo haré, pero sólo con él aquí. Así que ustedes deben irse. —Dijo Dumbledore lanzando una mirada que invitaba a irse a Hada y Herman. Los dos muchachos salieron dejando a Actecmer y al anciano solo.


Aproximadamente a las 5 de la mañana los muchachos seguían en el bosque prohibido hablando con los fantasmas que les dijo la madre del Slytherin.  Flammer tardó dos horas con Dumbledore, y cuando finalmente terminaron les dijo que tenía que hablar con ellos una vez terminado todo eso. Sólo les faltaban dos personas; Lord Voldemort o Tom Riddle y Arthur Delacour. El chico no les dijo a sus amigos los nombres, sólo vieron desfilar uno a uno las imágenes de los magos del pasado. Vieron a Bellatrix Lestrange tuvieron que convencerla de que no eran sangre sucias ni traidores. De hecho, se portó muy amable con Hada cuando escuchó su apellido. Con Herman fue indiferente al igual que con Flammer. De hecho, fue Sophia la que habló con ella, quien les enseñó todo lo referente a las tres maldiciones imperdonables y el cómo realizarlas con éxito incluyendo el que deben hacer para resistir las dos que se pueden. "Aunque les diga toda la teoría, deben prepararse físicamente para lograrlo, o serán más vulnerables que esas basuras sangre sucias y traidores a la sangre que tanto disfruté torturar". Con Snape les enseñó y les dio trucos sobre el arte de las pociones y les explicó los detalles de la oclumancia y legeremancia "Artes tan perfectas que deben ser tratadas con el respeto de los mismos dioses. No cualquier imbécil las aprende y mucho menos domina" Les dijo Severus Snape. Todos los que pasaron les dieron meramente conocimiento teórico, excepto Lord Voldemort. Cuando apareció, un sujeto con cara de serpiente, calvo y con ojos rojos estuvo frente a ellos.

Harry Potter y la amenaza paralelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora