Siete

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—No vas a decirme nada, supongo que con la noticia no tienes ni la cara para suplicar que te perdone.

—Estas siendo muy cruel con todo esto Gustavo, no tengo la culpa, mucho menos lo planee, si algo estaba más que segura no deseaba quedar embarazada de ti, como hacerlo si solo veo desprecios tuyos, si me culpas por lo de Roxana, pero te vas y follas cuanta zorra te encuentras, no me voy a callar no más Gustavo.

—Vas a sacar las garras, y después que, ¡Vamos! Dime como terminara esto Soledad, serás sometida nuevamente otra vez, porque soy tu esposo, y mi esposa se debe a mí, pero lo que hiciste no te lo voy a perdonar, por tu culpa mataste a mi hijo Soledad Tejeda, que más vas hacer.

Soledad se contuvo, no deseaba discutir menos en un lugar como este, Gustavo se encargaría de hacerle la vida más miserable de lo que ya era, ¿Hasta cuándo iba a soportarlo? No sabía qué hacer, y si huir fuera la única solución, miro a su esposo y como el doctor entro dando las indicaciones, Debia aprovechar, él no iba a cuidarla era su única opción hacerlo.

—Señora Monte Albán, tome sus medicamentos al pie de la letra, sé que es difícil la perdida, pero su salud ahora es importante. Con permiso.

Lo que menos quiere Soledad es regresar a esa casada, tiene razón el médico debe cuidarse, debe hacerlo para salir de esa prisión, lo más pronto posible, tal vez buscar a Fernando, aunque tal vez ya ni se acuerde de ella.

Sintió decepción porque todas las personas le dieron la espalda, mientras ella creí que su amigo la había olvidado, Fernando Garza reclamo que nadie supiera de la existencia de Soledad, como en la penitenciaria más segura del estado no pudieran darle respuesta.

Una persona no puede perderse en una cárcel, necesitaba hablar con su padre, pero desde que está en el congreso ha sido más difícil tener una conversación con él, y más cuando menciona a Soledad.

Se lleva las manos al cabello al punto de mandar todo al diablo.

—Dime que tienes algo de ella, no puede desaparecer, o la rehubicaron a otra penitenciaria, es imposible, ¡Donde está su abogado!

—El tampoco sabe nada, solo hace tres meses se enteró que no estaba más.

—¡Como pudo dejar tanto tiempo! Debió informar, Soledad tiene más de un año que dejo ese lugar, te dije que no quería estar fuera del caso, mira lo que ha pasado.

—Tranquilo, solo era para que tu padre entrara, pero jamás me paso por la cabeza que despareciera, hablare con sus padres.

—¿Crees que sepan algo? Lo dudo, no hacen otra cosa que venerar a Roxana—inquirió Fernando—Soledad la quiero como una hermana, siempre ha sufrido, al principio no le daba importancia porque estaba tan idiota por Roxana, me hacía ver que Soledad era la villana, jodiendole la vida y le creí—dijo con pesar.

—¿Y cómo cambio todo?

—Fue fácil, un dia fui a verla y la escuche discutiendo con soledad, me dio pena verla con la cara roja y las ganas de llorar conteniéndose, iba a reclamarle, pero fue la misma Roxana que mi quito la venda como se expresaba que la odiaba y la envidiaba todo este tiempo fue ella la villana y no soledad, me acerque y fingí que no había escuchado, pero nuestra relación no fue la misma, tal vez fue el motivo que se cambiara por Gustavo, no lo sé realmente, porque aun así la amaba y me casaría con ella, pero justo cuando tenía pensado proponerle llegó con Gustavo y eso fue todo.

—Mierda, que bruja.

—No importa, prometí desde esa noche que no dejaría que nadie volvería a lastimar a soledad, se lo prometí y ella acepto mis disculpas, desde entonces vio como me rechazo, como sé que ella...

—¿Qué ella?

—Nada —se limitó no le correspondía decir que sabía su afecto por Gustavo. —Solo debemos buscar a Soledad.

Soledad suspiro como de nuevo llegaba a esa casa, Gustavo no dijo nada en todo el camino y agradecía eso, lo que menos deseaba era escuchar su voz y más reclamos, un pie dentro de la casa, se apreso con todo el dolor de su vientre entrar a su habitación, intento acomodarse en la cama, miro a su esposo que tenía la mirada fija en ella y solo se limitó a dar órdenes al personal que estuvieran más atentos a ella.

Cuando el salió de ahí, ella pudo libremente llorar amargamente, sola de nuevo, en esa habitación desolada, giro su rostro que da hacia la ventana la única en todo la hebraico, del cual Gustavo se había encargado de que nadie supiera que ella estuviera ahí, como compartir cama con su esposo, si la única vez que pudo estar ahí fue cuando salió de prisión y la tomo a la fuerza en es cama.

Vio en los ojos azules de Gustavo que no era virgen y que Roxana tenía razón, exhalo con tristeza acomodándose en la cama con aquella frazada.

Los recuerdo la perturban y es que hace dos años cometió la estupidez de entregarse aquel hombre, sabía quién era, pero el desconocía de ella, necesitaba salir y aquellas amigas que ella consideraba la dejaron botada en aquel bar exclusivo, estaba a nada de quitarse aquella peluca rojiza cuando una voz la eriza.

Al verlo no supo que decir, mucho menos podía hablar.

—Eres Escarlet, me comentan mis amigos que eres mi regalo—ella no supo a que se refería, pero verlo ahí frente a ella la hizo sentir pequeña. —Vaya me equivoque, no eres...—dijo el apenado dándole la espalda.

—Espera —dijo ella animándose, como iba a reconocerla si traía maquillaje su cabello estaba oculto. —No soy Escarlet, pero puedo acompáñate—tal vez era su única oportunidad, sabía que estaba mal, pero Roxana se lo merecía.

El sonrió y la recorrió, desde que la vio le llamo la atención y si se animo fue por sus amigos, era su despedida que tendría de malo pasarla bien antes de casarse con la mujer de su vida, nadie se daría cuenta.

—Soy Gustavo—susurro Gustavo dando un beso cerca de sus labios, sus ojos azules eran hermosos para el hombre.

—Escarlet, Gustavo es un placer. —dijo ella siendo otra solo por esa noche.

Pero ahora solo lo aborrecía, se tocó el vientre y se culpó por ser tan tonta, aunque también era lo mejor que pudo pasarle, que futuro tendría con un hijo de él, si la primera vez él fue cuidadoso agradecía ahora, porque antes no le hubiera importado tener un hijo de él, el amor es tan ciego que no vez el mal, pero algo dentro de Soledad Debia romper y caer al fondo para darse cuenta, y todo esto que pasaba era por no sacar el coraje, pero lo único que su mente rondaba era que huira, mañana, pasado mañana o cualquier dia, pero lo haría y el jamás la volvería a ver, se lo juro a ella misma mientras sus lágrimas mojaban sus mejillas.

Falso MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora