Capítulo 38 - Isaías

50 10 2
                                    

"𝗣𝗼𝗿 𝗽𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿𝗮 𝘃𝗲𝘇 𝗲𝗻 𝗹𝗮𝘀 𝗺𝗶𝗹 𝘆 𝘂𝗻𝗮 𝗱𝘂𝗱𝗮𝘀, 𝘆𝗮 𝗻𝗼 𝗾𝘂𝗲𝗱𝗮 𝗻𝗶𝗻𝗴𝘂𝗻𝗮

𝗬 𝗮𝘂𝗻𝗾𝘂𝗲 𝗽𝗲𝗿𝗱í 𝗹𝗮 𝗳𝗲, 𝗹𝗮 𝗿𝗲𝗰𝘂𝗽𝗲𝗿é, 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗲𝘀𝘁𝗮 𝘃𝗲𝘇

𝗧ú 𝗺𝗲 𝗵𝗮𝘀 𝗱𝗲𝘃𝘂𝗲𝗹𝘁𝗼 𝗹𝗮𝘀 𝗴𝗮𝗻𝗮𝘀

𝗬𝗼 𝗾𝘂𝗶𝗲𝗿𝗼 𝘁𝗼𝗱𝗼 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗶𝗴𝗼

𝗣𝗲𝗿𝗱𝗶𝗱𝗼𝘀 𝗲𝗻 𝘂𝗻𝗮 𝗽𝗹𝗮𝘆𝗮 𝗵𝗮𝘀𝘁𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗲𝗹 𝘀𝗼𝗹 𝘀𝗲 𝘃𝗮𝘆𝗮

𝗬 𝗹𝗮 𝗹𝘂𝗻𝗮 𝘀𝗲𝗮 𝘁𝗲𝘀𝘁𝗶𝗴𝗼."

Álvaro De Luna.

La calma invadía mi vida en todos sus aspectos. No me equivocaba al decir que era la primera vez que todo estaba en perfecto equilibrio.

La familia, los negocios y ella. Especialmente ella. Verla interactuar con mamá había terminado de confirmar todo lo que sentía. Pilar era la mujer para mi vida. No tenía dudas. Jamás las tuve, a decir verdad, pero cuando uno ve a quién ama ensamblarse naturalmente al resto de personas importantes en la vida de uno, entonces no hay nada más que decir.

Pilar era perfecta. Y no por no tener defectos, todos los tenemos y estaba seguro que nadie mejor que yo podía enumerar los suyos a la perfección. Pero en esos defectos fue que yo aprendí a amarla. Y no me refería a un amor romántico como el de las novelas. Donde solo se habla de necesidad o dependencia. Sino a un amor libre.

Los años alejado de ella me hicieron amarla en libertad. Porque aunque fui bastante necio al comienzo, el vacío que dejó Pilar en mi vida fue todo lo que necesité para darme cuenta que nada ni nadie ocuparía su lugar. Sin embargo, pude seguir adelante y vivir con su recuerdo. Y es en esto donde veo la libertad. Pude vivir sin Pilar. Pilar pudo vivir sin mí. Ninguno dependió del otro para lograrlo.

Quizás por eso mismo pudimos recomponer ahora lo que años atrás empezó. Madurez, entendimiento y la vida misma. Además de los sufrimientos. Esos que todos tenemos distintos pero a todos nos matan. Sufrir nos cambia y muchas veces nos prepara. Los dramas con mi padre me prepararon para lo que era mi vida hoy.

A pesar de no haberlo entendido, renegando una y mil veces por tenerlo como progenitor, su maldita existencia y forma de ser formó en parte la mía. Porque sí, algunas personas no lo logran y el sufrimiento les termina sobrepasando, pero otras aprenden a tomar impulso para salir adelante. No es fácil, no lo fue, pero hoy podía decir que me sentía pleno. Lleno.

Sonreí metido completamente en mis pensamientos pero con la mirada fija en la culpable de sentirme como un adolescente enamorado. Hasta verla realizar una tarea tan cotidiana como la de secar la vajilla recién lavada me resultaba atrapante viniendo de ella.

Mi ropa se ajustaba perfectamente a sus hermosas curvas, de hecho me ensuciaba bastante los pensamientos saber que aquel par de prendas eran mías. Le quedaban jodidamente sexy. Sí, un simple conjunto deportivo de andar por casa era un maldito espectáculo en su cuerpo.

De no haber estado en casa seguramente no hubiese tardado nada en ir hasta ella para hacerla mía allí mismo. Sin embargo, Juan desayunaba aún en la sala y mamá había ido a prepararse para ir a hacer algunas compras luego, pero seguía encontrándose en la casa a fin de cuentas.

Mi móvil vibró repentinamente en el bolsillo del chándal que llevaba puesto trayéndome a la realidad, lejos de mis pensamientos pecaminosos.

Descolgué la llamada sin reparar en el identificador, actuando de manera automática como cada vez que sonaba mi móvil.

Si Me Dejas Amarte (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora