Capítulo 22- Isaías

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" Yo sé que el mundo no es fácil

No lo es conmigo pero entiende

Que aunque no puedas verme

Estoy contigo

Se que lloras por las noches puedo oírte

Y aunque yo no pueda hablar te lo juro aquí sigo

Siento tu mirada triste

Y sé que tú te sientes sola

Mira yo te entiendo yo estoy solo a toda hora."

Cali y El Dandee.

Llegamos por fin al bosque en el cual acamparíamos los siguientes dos días. Para mi sorpresa se veía bien, al menos mejor de lo que esperaba.

Cuando niño solía pedirle a mamá para armar la tienda en el patio de casa y me la pasaba horas y horas imaginando con las sombras que provocaban las linternas que le robaba a mi progenitor, al menos para algo había servido el gilipollas.

Bajamos del coche y enseguida lo hicieron las chicas también junto a los niños. Por fin pudimos estirar las piernas después de casi tres horas de viaje.

No pude evitar buscarla con la mirada al instante, necesitaba analizar cómo se encontraba. Lo último que había notado de ella fue ese malestar por mi presencia. Y si bien, algo de diversión me dio, tampoco buscaba pasarlo mal el resto del fin de semana.

Para mi sorpresa nuestras miradas se cruzaron y Pilar no buscó apartarse, al contrario, podía jurar que había algo diferente en aquel par de avellanas que me miraban fijo ahora. Algo así como cierta calma, como si de alguna manera estuviera buscando transmitir que también necesitaba una especie de tregua durante la estadía juntos.

Sonreí sutilmente no sabiendo muy bien cómo reaccionar. Pilar era ahora una caja de sorpresas, cuando menos lo esperaba podía reaccionar de mala manera o mandarme a freír churros, así que opté por seguir mi camino enseguida e ir a darle una mano con los bolsos a Gael.

Una vez dispusimos todo en nuestro espacio de naturaleza para colocar las tiendas, llegó el momento de armar y preparar todo para dormir. La noche se acercaba con rapidez por lo que no había tiempo que perder.

Un par de horas más tarde y con el sol a cuestas perdiéndose en el horizonte del lago que nos regalaba aquel sitio, todo quedó listo para dar comienzo a la aventura del fin de semana.

Tres tiendas lo suficientemente equipadas se disponían en un gran espacio de metros cuadrados en los cuales armamos campamento, expresión que le había escuchado decir a Lina. A decir verdad no tenía demasiada experiencia con estos asuntos, pero como buen hombre amante del campo, me la rebuscaba para todo.

En una de las tiendas dormiría Gael con Lina y los tres pequeños, en otra bastante más pequeña Pilar y la restante sería mía.

Debía admitir que no me costó nada aceptar la invitación de Gael y Lina más temprano. Me tomó por sorpresa, sí, pues no tenía idea que tenían pensado salir, mucho menos en la condición de Lina. Pero según ellos, aquella tradición familiar le sería de distracción y ayuda para recobrar energías antes del nacimiento de los bebés.

Como buen tipo meticuloso y sobreprotector en el que me había convertido con los años, me resultaba algo peligroso e incómodo para ella pasar fuera de casa y durmiendo sobre un colchón inflable en el suelo. Pero no era asunto mío, por lo que solo acepté la invitación, tomando la escapada como una oportunidad para estar cerca de Pilar. Así no me quiera en su radar, haría todo lo posible por cuidarla sin romper su espacio personal.

Si Me Dejas Amarte (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora