Capítulo 29 - Pilar

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“Ya no importa cada noche que esperé
Cada calle o laberinto que crucé
Porque el cielo ha conspirado en mi favor
Y en un segundo de rendirme te encontré
Piel con piel
El corazón se me desarma
Me haces bien
Enciendes luces en mi alma
Creo en ti
Y en este amor
Que me ha vuelto indestructible
Que detuvo mi caída libre
Creo en ti
Y mi dolor se quedó kilómetros atrás
Y mis fantasmas hoy por fin están en paz
El pasado es un mal sueño que acabó
Un incendio que en tus brazos se apagó
Cuando estaba a medio paso de caer
Mis silencios se encontraron con tu voz
Te seguí y rescribiste mi futuro
Es aquí mi único lugar seguro.”

Reik.

Tomé aire profundamente varias veces antes de hacer girar el pomo de la puerta blanca frente a mis narices. Estaba a punto de conocer a mis dos nuevos sobrinos y no entendía por qué estaba tan nerviosa.

Tenía tres criaturas más en casa que me habían enseñado lo que se sentía querer a alguien como si fuese tuyo, sin embargo en esta oportunidad, me sentía al borde del llanto por la emoción.

No lo quise pensar demasiado, pero algo en mi interior me decía que se debía a todo lo vivido en los últimos meses. Lina ya estaba esperando a los mellizos cuando papá se fue de manera tan repentina y el tiempo restante de su embarazo no estuve demasiado presente para ella a decir verdad.

Quizás era eso, más el sentir que estos nacimientos venían a regalarnos un poco de esperanza y alegría después de todos estos meses negros que vivimos como familia.

Abrí finalmente la puerta, cerrando rápido tras de mí. No quería que los ruidos repentinos del pasillo molestaran a los nuevos integrantes de la familia.

Caminé cuatro pasos hasta donde estaban ubicadas dos camas de hospital, dispuestas para las mamás de turno, y entonces la vi.
Un nudo contenido en la boca de mi estómago subió hasta escapar en forma de un sollozo por mi garganta. Acto seguido comencé a llorar como una niña sin consuelo. Terminando de romper la distancia con mi cuñada que al parecer se contagió de mi llanto al verme aparecer.

— Joder… — me tapé la boca con una mano al darme cuenta de que había hablado más fuerte de lo que pretendía.

— Enhorabuena, tita, tienes dos nuevos sobrinos que están para achuchar sin descanso.

— Joder, lo siento, Lina mírate… — hablé intentando persuadir la emoción pero no había caso.

— ¿Qué? ¿Qué tengo? — cuestionó mi cuñada con notorio susto en su rostro mientras buscaba sobre su cuerpo algún indicio de que algo no estaba bien.

— No, tonta — tomé sus manos y sonreí para darle tranquilidad — solo que no puedo creer lo hermosa que estás — me estiré todo lo que pude sobre ella, con cuidado de no tocar nada frágil en su cuerpo — acabas de sacar dos criaturas de dos kilos y medio por ahí abajo y pareces sacada de una revista.

— No digas tonterías, tú porque me quieres — respondió la flamante madre sintiéndome exagerada, sin embargo no lo estaba siendo.

— Hablo en serio, cuñis — me ubiqué en un trozo de cama que quedaba libre a su lado, tomando su mano izquierda entre las mías — tienes ese brillo tan tuyo en el rostro, tan único…

Nuevamente me disparé en llanto como si fuese yo la recién parida. No le veía sentido a encontrarme tan tocada, o más bien no quería profundizar en él. Pero amaba tanto a aquella mujer, me sentía tan feliz de tenerla como cuñada y madre de mis sobrinos que me provocaba ganas de llorar de alegría.

Lina era una mujer como pocas, volcada a su vocación como esposa y madre. Siempre con una sonrisa en su rostro y siempre dispuesta a ayudar al otro. En tiempos donde mi vida estaba casi tirada al vacío (por mí misma, cabe aclarar) fue ella quién supo buscarse el lugar para que la escuchase. Nunca bajó los brazos conmigo y estoy segura que gracias a su confianza en mí, ayudó a que Gael no me terminara encerrando en un maldito manicomio.

Si Me Dejas Amarte (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora