Capítulo 39 - Pilar

54 9 10
                                    

"Siempre sabrás que mi amor vive. Sentirás mi calor como una luz..."

No Mercy.

Julio llegó en un abrir y cerrar de ojos. Parecía mentira lo rápido que puede pasar el tiempo cuando uno se siente sencillamente en paz.

Tantas veces he subestimado el estar bien, que luego de haberlo pasado tan mal, me he prometido a mi misma vivir a pleno cada día. No nos damos cuenta que solo el hecho de levantarnos cada mañana, estar sanos y tener a las personas que queremos cerca, es suficiente para sacarle el mayor provecho a la vida. Que al final, a mi criterio, es demasiado corta la jodida.

El calor del verano comenzando ya se hacía notar. Amaba los primeros días porque son bien recibidos después del frío. Pero es verdad que superar los 30 grados en pleno mediodía y estando al rayo del sol era bastante difícil. Mucho más cuando se debía al hecho de estar haciendo trabajo sucio como decía yo. Aunque debía admitir que me apasionaba demasiado encargarme de mantener frescas y quitarle las motas de lana a las ovejas.

Es cierto que debí haberlo hecho semanas atrás. Pero los viajes a Barcelona comenzaron a ser más frecuentes y durante la semana atendía en el consultorio. Sumado a las vueltas temprano a la casa, para darle una mano a Lina con los niños, me habían impedido hacerlo.

La semana anterior Juan se había titulado como ayudante de cocina y aún me costaba recordar aquel día sin emocionarme. Esa tarde le llamaron por su nombre como a otros tantos jóvenes. Le colocaron un birrete negro, le entregaron un diploma y al girarse para mirar al público y que los allí presentes le tomaran las típicas fotografías para congelar ese momento para siempre.

Juan levantó el pedazo de cartón que certificaba el logro y señalando la primera fila en donde estábamos ubicados dijo: "Mira Mano, lo logré, lo logré mamá ".

De más está aclarar que todos en la sala se emocionaron con su dedicatoria y ni Gloria, ni Isaías, ni yo pudimos contener las lágrimas. En lo personal, jamás había visto a Isaías expresándose al punto de dejar fluir sus emociones y llorar.

En esa oportunidad, de felicidad, emocionado de ver a su hermano lograrlo, tal cual lo había expresado él mismo, aún con todo en contra, aún con un padre ausente.
Isaías fue el mejor hermano mayor y su madre el pilar más importante para que no bajara los brazos. Podía ver el orgullo en sus miradas. Y no era para menos, nada es imposible si uno le echa ganas y pasión.

El movimiento brusco de Filomena, la última de las ovejas que tuvo que pasar por mis manos para quedar a punto y fresquita para pasar el calor, me hizo volver al presente.

- Shu, shu, tranquila que ya casi termino, bonita. -Le pedí segura de que por mi tono de voz era capaz de entender lo que decía.

Limpié la transpiración de mi frente con el dorso de la mano en un intento fallido por refrescarme un poco. Estaba sufriendo aquella postura bajo el sol, pero era más sencillo hacer el trabajo en el corral y así poder mantenerlas a todas juntas.

Una vez acabé, las guié a todas hacia su sitio para que pudieran hidratarse y descansar. Cumplí con lo pendiente así que me sentí mentalmente más tranquila.

Guardé las herramientas de trabajo en el establo y una idea cruzó mi mente al ver la bicicleta verde reclinada sobre una pared. Llevaba años sin tocarla. Me recordaba a mis años más felices, me recordaba a mi adolescencia, me recordaba a él.

Papá me enseñó a usarla cuando apenas tenía 9 años y era más grande la bicicleta que yo. Sin embargo eso no fue impedimento para que su confianza se hiciera mía y lograra aprender en una sola tarde.

Sonreí al revivir esos momentos con la memoria y sin pensarlo la saqué de su lugar. Necesitaba comprobar si seguía funcionando de maravilla o las cadenas oxidadas se lo impedirían.

Si Me Dejas Amarte (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora