─𝐼─

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“30 de septiembre de 1998

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30 de septiembre de 1998... Un día que no olvidaré. El policía que yo era, murió. Y Racoon City fue destruida... Gracias a las armas biológicas de Umbrella. Yo conseguí escapar, pero muchos... No pudieron. Me "pidieron"  a un programa secreto del gobierno, no tenía otra opción. Las pruebas, las misiones... Casi me matan. Pero al menos pude despejar la mente.
Si pudiera olvidar lo que pasó... El dolor... Solo un momento. Esta vez podría ser distinto. Debe serlo.

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El hombre contemplaba el paisaje a través de la ventana del coche, conducido por un oficial de policía local, sumido en sus pensamientos y rememorando la trágica catástrofe que había azotado Racoon City en 1998. Sus pensamientos se desviaron hacia una fotografía que sostenía entre sus manos, mostrando a una joven universitaria. Esta joven era Ashley Graham, la hija del presidente de los Estados Unidos, y constituía su objetivo principal en esta crucial misión.

Después, su atención se posó en la persona que estaba a su lado, su compañera. Era la primera vez que había visto a Athina Steele, desde que los convocaron para asignarles esa misión de suma importancia. Sus ojos azules recorrieron detenidamente la silueta de la mujer, analizando cada detalle de su presencia.

Mientras la suave melodía de la guitarra llenaba el interior del coche a través de la radio, la mujer notaba la mirada intensa y azulada que parecía estar clavada en su nuca. Aunque parecía distraída, sus ojos se enfocaban con aparente inocencia en los árboles que iban pasando a medida que el coche avanzaba.

Así que díganme, yanquis... —ambos agentes centraron su atención en la espalda del oficial que había comenzado a hablar.— ¿Qué los trae a un sitio tan horrible? Porque esto es el fin del mundo.

Athina no demostró mucho interés en la conversación que estaba a punto de comenzar y volvió su mirada una vez más hacia los árboles. Leon, al percatarse de esto, tomó la iniciativa para dar inicio a la charla.

Digamos que... Buscamos a alguién. —finalmente, el hombre rubio habló, apoyando su cabeza sobre su puño con aparente desinterés.

Ese alguien debe ser muy importante, ¿eh? —especuló el policía veterano al escuchar las palabras del hombre.— El jefe lo dejó bien claro: "ayudenle", dijo.

Bueno, seguro que no vinimos a hacer una barbacoa... —bromeó Leon, ocasionando que ambos policías rieran.— O quizá si.

A pesar de la broma, Athina no pudo evitar ocultar su falta de entusiasmo. Tal vez no compartía el mismo sentido del humor que aquellos hombres o simplemente la broma había sido demasiado mala.

𝐀𝐏𝐇𝐑𝐎𝐃𝐈𝐓𝐄──────LEON S. KENNEDYᵕ̈ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora