─𝑋𝑉𝐼─

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𝐸𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟

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𝐸𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟...

“—Y hay algo más que necesito conseguir. —dijo Luis, desviando la mirada hacia otro lugar.

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Volviendo a nuestros agentes, una llamada repentina de Hunnigan los tomó por sorpresa. Ambos tocaron sus comunicadores y escucharon atentamente la voz de Hunnigan al otro lado.

Aquí Nido. Tengo malas noticias, Cóndor Uno, Cóndor Dos. —comenzó la mujer. — Con este clima, el helicóptero no puede llegar. ¿Pueden aguantar hasta que se despeje?

Negativo, es muy peligroso. —respondió Leon, su tono cortante y decidido. —Nos moveremos y buscaremos un lugar seguro.

Lo siento, ojalá pudiera ser de más ayuda.

No digas eso, Hunnigan. Nos has ayudado mucho. —intervino Athina, tratando de reconfortar a Hunnigan y aliviar su carga de preocupación. —Volveremos nadando si es necesario. Fuera.

La comunicación se cortó, y sabían que debían continuar avanzando.

Vamos. —Leon miró a Ashley, y ambos comenzaron a caminar.

Qué... ¿Qué me va a pasar? —preguntó la joven con cierta inseguridad.

Por ahora, concentrémonos en salir de aquí. Todavía es muy peligroso. —respondió Athina, tratando de tranquilizar a la chica.

Caminaron hasta llegar a una gran puerta de madera, que Leon y Athina abrieron con esfuerzo debido a su peso. Al otro lado se extendía lo que parecía ser un laberinto, pero lo peor era que debían avanzar y enfrentarse a los aldeanos.

Colocaron a Ashley detrás de ellos y empuñaron sus armas con firmeza, listos para enfrentar una nueva oleada de enemigos.

Avanzaron, eliminando a los aldeanos a su paso hasta llegar a otra robusta puerta de madera, que conducía a esas misteriosas fortificaciones de madera que ya habían divisado los dos agentes. Una vez dentro, exploraron el área en busca de una salida, y pronto se encontraron con otra puerta que, desafortunadamente, requería una especie de llave para abrirse. Decidieron subir unas escaleras, donde se toparon con un armario. Leon y Athina acordaron que Ashley debería esconderse allí hasta que la llamaran.

Liberados de la responsabilidad de tener que cuidar constantemente a la joven, descendieron unas escaleras que los llevaron a una habitación donde finalmente encontraron la llave que tanto necesitaban. Leon se acercó para tomarla, pero justo en ese momento, dos motosierras atravesaron la pared, amenazando con cortarlo. Leon realizó un ágil movimiento hacia atrás en el aire, lo que provocó una risa en Athina, quien encontró la maniobra un tanto exagerada.

𝐀𝐏𝐇𝐑𝐎𝐃𝐈𝐓𝐄──────LEON S. KENNEDYᵕ̈ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora