𝐀𝐏𝐇𝐑𝐎𝐃𝐈𝐓𝐄︴"Soy una mujer que sabe
lo que quiere y como conseguirlo".
Athina Steele, esta mujer ha sido admirada y deseada por muchos, siendo el sueño de quienes la rodean. Es ampliamente considerada como el epítome d...
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𝐸𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟...
“Los tres corrieron a toda velocidad, y Leon bloqueó la puerta tras de sí, impidiendo que los aldeanos pudieran entrar por un tiempo. Ashley y los agentes se refugiaron en la casa, alejándose de la lluvia y el viento.”
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Todos entraron a la cabaña, y Luis trabó la puerta. Leon, tras asegurarse de que Ashley estuviera bien, caminó furioso hacia Luis.
—¡Tú! —Leon estaba visiblemente molesto.
—Eh... Mira, sobre lo de antes, yo... —Luis comenzó a retroceder, chocando contra la pared y siendo acorralado por la mano de Leon en su pecho.
—Sí, sobre eso... —la voz de Leon se volvió ronca de enojo.
—¡Me toca! —exclamó Athina en tono chistoso al ver cómo Leon acorralaba a Luis contra la pared.
—Eh, pero si es mi simpática señorita. —Luis habló hacia Athina, ganándose una risa de su parte pero aumentando el enojo de Leon. — Y veo que encontraron a su señorita perdida.
—La señorita se llama Ashley. —dijo la joven, acercándose a Luis.— ¿Y tú eres...?
—Me llamo Luis, encantado. —se notaba su tono coqueto en la voz de Luis.
—Bien, ya tenemos nombres. Y ahora... —Leon, visiblemente enojado, presionó el pecho de Luis. —¿Quién eres tú y qué haces aquí?
—Parece que ha empezado el interrogatorio, qué divertido. —Athina tomó asiento sobre la mesa de la cocina, y Ashley se puso a su lado, recibiendo caricias de consuelo por parte de la rubia mayor.
—Buenas preguntas, pero me temo que... —su mirada se dirigió hacia afuera, siendo seguida por la de Leon. Al parecer, los aldeanos lograron llegar a la cabaña donde se encontraban.
Leon soltó a Luis y miró a Ashley.
—Debes esconderte, ¡rápido! —exclamó Leon con urgencia.
—En ese caso, ven a ayudarme. —Luis llamó a Leon, y ambos levantaron el armario, revelando un pequeño hueco.
—¡Ashley, entra rápido! Ocúltate ahí. —animó Athina, haciendo que la joven se metiera de inmediato y los hombres bajaran el armario.
Los tres sacaron sus armas y se prepararon para lo que vendría.
—Bueno, es hora de jugar. —habló Luis con una sonrisa.
