─𝑋𝐼𝐼𝐼─

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𝐸𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟

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𝐸𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟...

“El dolor en el pecho de Athina se intensificó hasta convertirse en una sensación insoportable. Luchando por mantenerse en pie, se tambaleó unos instantes, agarrándose a la lancha. Finalmente, el dolor fue demasiado, y Athina se desmayó justo encima de su compañero Leon, quien aún yacía inconsciente. Ambos agentes ahora necesitaban ayuda con urgencia, atrapados en una situación cada vez más crítica.”

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“𝑪𝒐𝒓𝒅𝒆𝒓𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝒔𝒂𝒄𝒓𝒊𝒇𝒊𝒄𝒊𝒐, 𝒓𝒆𝒄𝒊𝒃𝒊𝒓𝒂́𝒔 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐 𝒎𝒂́𝒔 𝒔𝒂𝒈𝒓𝒂𝒅𝒐 𝒄𝒖𝒆𝒓𝒑𝒐. 𝑬𝒔𝒕𝒐 𝒆𝒔 𝒆𝒍 𝒄𝒐𝒎𝒊𝒆𝒏𝒛𝒐... 𝑨𝒍 𝒂𝒍𝒃𝒂, 𝒕𝒆 𝒖𝒏𝒊𝒓𝒂́𝒔 𝒂 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐 𝒄𝒖𝒍𝒕𝒐. 𝑪𝒐𝒎𝒑𝒂𝒓𝒕𝒊𝒓𝒂́𝒔 𝒎𝒊 𝒔𝒂𝒈𝒓𝒂𝒅𝒂 𝒃𝒆𝒏𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐́𝒏... 𝑷𝒐𝒓 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆.”

Leon se retorcía en sus sueños, asediado por visiones perturbadoras. Veía a un hombre vestido con una túnica acercándose lentamente mientras pronunciaba palabras incomprensibles. El dolor lo consumía, como si parásitos se moviesen bajo su piel, causándole una inquietante sensación. Finalmente, despertó en un sobresalto, con el corazón latiendo desbocado. Miró frenéticamente sus brazos, que afortunadamente estaban indemnes.

Trató de recuperar el aliento, examinando su entorno. Su mirada se posó en Athina, quien yacía a su lado. En su rostro, se reflejaba la angustia y tenía sangre en la nariz. Era evidente que ella también había sido presa de pesadillas igual de aterradoras. La situación se volvía cada vez más inquietante para ambos.

A pesar de las estrecheces del espacio en la lancha, Leon sostuvo a Athina con ternura, cuidadosamente limpiando la sangre de su nariz con el pulgar. Acarició suavemente las delicadas mejillas de la mujer, llamando suavemente su nombre mientras la sacudía ligeramente para despertarla. Athina, finalmente, abrió los ojos, mostrando un gesto de alarma por la pesadilla que acababa de experimentar.

¿Leon? ¿Estás bien...? Lo único que recuerdo es que empecé a sentir un dolor insoportable y... —comenzó a hablar Athina, pero fue interrumpida por un suave "shh" por parte de Leon. Le conmovió el hecho de que, a pesar de que ambos parecían haber tenido una experiencia similar, ella mostraba más preocupación por él que por sí misma.

Estoy bien... Estamos bien. —corrigió él mientras ayudaba a Athina a sentarse en la lancha, y juntos observaron a su alrededor.

Localizaron un puerto cercano, y Leon encendió nuevamente el motor de la lancha para volver a la superficie. Estacionaron la embarcación junto al muelle y salieron de ella. Athina pulsó el botón de su radio para comunicarse con Hunnigan.

𝐀𝐏𝐇𝐑𝐎𝐃𝐈𝐓𝐄──────LEON S. KENNEDYᵕ̈ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora