─𝐼𝑉─

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𝐸𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟

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𝐸𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟...

“La frustración lo abrumaba, y mientras Athina se alejaba de la habitación, Leon se quedó solo, sintiéndose impotente ante la complejidad de su propio corazón y la tristeza que lo embargaba.”

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ғʀᴏɴᴛᴇʀᴀ, ᴀɢᴜᴀs ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴀʟᴇs ᴄʜɪɴᴀ.
22ᴋ ᴅᴇ sʜᴀɴɢʜᴀ́ɪ.

En una habitación adyacente, Athina se encontraba recostada en una cama, sus pensamientos revoloteando en su mente mientras intentaba procesar la intensa discusión que había tenido con Leon. Las palabras hirientes que habían intercambiado aún resonaban en sus oídos, y su corazón seguía dolorido por la tormenta de emociones que habían desatado.

Mientras tanto, en la habitación contigua, Jason y Leon compartían sus experiencias sobre los innumerables brotes de infectados que habían enfrentado a lo largo de sus carreras como agentes. Hablaban del infierno que habían vivido, de las pérdidas que habían sufrido y de cómo habían luchado para sobrevivir en situaciones extremadamente peligrosas.

Para Athina, el descanso era necesario, no solo para recuperar fuerzas físicas, sino también para encontrar una forma de lidiar con la tensión que había surgido entre ella y Leon. Sabía que debía mantener la calma y concentrarse en la misión que tenían por delante, pero las heridas emocionales eran profundas y no podían ignorarse.

Cerrando los ojos, Athina se esforzó por encontrar la claridad en medio del caos de sus pensamientos. La incertidumbre del futuro y las complejas relaciones entre ellos pesaban sobre sus hombros, pero estaba decidida a seguir adelante y completar la misión, sin importar cuántos obstáculos emocionales se interpusieran en su camino.

La sacudida del submarino fue súbita y desconcertante, lo que hizo que Athina se levantara rápidamente, luchando por mantener el equilibrio en medio de la turbulencia. Salió de la habitación y se encontró con Leon y Jason, ambos con expresiones preocupadas por la situación. Juntos, se apresuraron hacia la Sala de Control, pero la escena que encontraron al llegar los dejó sin aliento. Todos los tripulantes estaban muertos, y la sala estaba en un caos absoluto.

Leon dejó escapar un suspiro frustrado mientras observaba los cuerpos inertes, mientras que Athina se planteaba una pregunta crítica en medio de la tensión.

Mierda. —murmuró Leon, expresando la gravedad de la situación.

Bueno, ¿alguno de ustedes sabe cómo manejar un submarino? —preguntó Athina, tratando de mantener la calma a pesar de la creciente ansiedad.

𝐀𝐏𝐇𝐑𝐎𝐃𝐈𝐓𝐄──────LEON S. KENNEDYᵕ̈ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora