─𝑉𝐼─

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𝐸𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟

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𝐸𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟...

El hombre sacó dos jeringas de sus bolsillos y les inyectó algo en el cuello a ambos agentes inconscientes.

“𝐶𝑜𝑟𝑑𝑒𝑟𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑠𝑎𝑐𝑟𝑖𝑓𝑖𝑐𝑖𝑜, 𝑟𝑒𝑐𝑖𝑏𝑖𝑒𝑟𝑎𝑠 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜 𝑐𝑢𝑒𝑟𝑝𝑜 𝑚𝑎́𝑠 𝑠𝑎𝑔𝑟𝑎𝑑𝑜... 𝐸𝑠𝑡𝑜 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑚𝑖𝑒𝑛𝑧𝑜”.

──────

Athina despertó de su pesadilla abruptamente, con el corazón latiendo rápidamente y el sudor cubriendo su frente. Sus ojos se abrieron de par en par, y por un momento, no reconoció dónde estaba. La habitación a su alrededor era oscura y desconocida.


Después de despertar de su pesadilla, se sintió aliviada al darse cuenta de que no estaba sola. Sus ojos se ajustaron a la penumbra de la habitación, y rápidamente buscó a Leon con la mirada. Su corazón se aceleró momentáneamente por la preocupación, pero luego encontró a su compañero atado y suspendido en cadenas.

Unos momentos después, Leon también despertó, notando que sus manos estaban atadas.

Ah, ¿Qué demonios? —exclamó, y luego intentó tirar de sus cadenas de manera abrupta.

¡Para ya! —habló alguien a sus espaldas; era aquel desconocido que habían visto anteriormente.

Leon ignoró la advertencia y rápidamente buscó con la mirada a su ahora querida compañera. Se sintió aliviado al verla a pocos centímetros más alejada que él, también atada.

¿Athina, estás bien? ¿No estás herida? —Leon la examinó con la mirada llena de preocupación, notando el moretón en el cuello de la mujer debido al agarre del gigante.

Estoy bien... Creo. —Athina respondió, tirando de sus propias cadenas en un intento de liberarse.

—Oigan, yanquis. —el desconocido llamó su atención. —¿Cómo se llaman?

Leon se levantó de su lugar y respondió de manera breve.

Leon.

Me llamo Athina. —la mujer fue un poco más amable en su respuesta que su compañero.

Tu amigo no es muy conversador. —se burló el hombre mientras miraba a Athina.

Veras que es un encanto. —bromeó Athina mientras Leon se le quedaba viendo debido a su comentario, y ella le devolvió la mirada con un guiño coqueto.

—Soy Luis Serra. —llamó la atención de ambos nuevamente. —Un placer, señorita.

La actitud de Luis comenzaba a molestar a Leon, quien sentía celos por cómo intentaba coquetear con Athina.

—Parece que hemos elegido un mal lugar para venir de vacaciones. —Luis siguió, lo que provocó una risita en Athina.

Ojalá fueran vacaciones. —dijo Athina.

Leon comenzó a tirar de la cadena, haciendo que Luis se tambaleara ya que ambos estaban atados a la misma.

¡Oye, para ya! Te mueves, me muevo, ¡y estoy muy cansado! —se quejó Luis. A Leon no pareció importarle mucho y continuó tirando de la cadena, hasta que Luis notó lo que intentaba hacer. —Y ya veo lo que planeas.

Athina se limitaba a observar, sin poder hacer mucho, ya que sus pies y manos estaban atados entre cadenas.

Supongo que no es tu primera vez, ¿eh? —volvió a hablar Luis. —Diría que vienen a buscar a alguien. Veamos... ¿Será... una bella señorita?

Aquello hizo que ambos agentes lo miraran de inmediato.

¿La viste? —preguntó Leon, tiró nuevamente de la cadena, lo que hizo que Luis se acercara más a él, creando una escena curiosa.

El tono demandante y la postura dominante de Leon intrigaron a Athina, haciéndola desear estar en el lugar de Luis.

¡Muy bien! Los... oí hablar de mover a una señorita. —comenzó a hablar Luis.

Moverla, ¿a dónde? —cuestionó Leon.

Athina observaba la escena, totalmente entretenida. Leon soltó a Luis, y dieron algunos pasos hacia atrás.

—¿Quién sabe? Pero luego los vi arrastrar a alguien... hacia la iglesia. —informó Luis. Ambos empezaron a tirar más de la cadena que los tenía amarrados, logrando liberarse del techo, lo que hizo que Luis perdiera el equilibrio y cayera de espaldas. —¡Ahh! Mierda. —se quejó el moreno, y Athina soltó una risa ante su exabrupto en español. —¿Contigo de fiesta? Ni pensarlo.

¡Cuidado! —gritó Athina a Luis cuando vio que un aldeano estaba a punto de clavarle un hacha en la cabeza. Leon tironeó de la cadena y lo salvó de una muerte segura.

Leon y Luis se apresuraron a utilizar la cadena para defenderse del aldeano. Después, enrollaron la cadena alrededor de su cuello, lo que provocó la mirada preocupada de Athina. Jalaron con fuerza, asfixiando al aldeano hasta que Leon finalmente pisó la cadena, rompiendo el cuello del aldeano y causando su muerte.

Finalmente, cuando el aldeano cayó, Luis se desplomó junto a él y, en el proceso, encontró la llave. Mientras se liberaba, lanzó una mirada victoriosa a Leon, que se acercaba furioso.

¡Oye, no hemos terminado aquí! —exclamó el rubio visiblemente enojado.

¡Nos vemos, amigo! Querida. —Luis hizo una pequeña reverencia hacia Athina y lanzó la llave cerca de ella, distrayendo a Leon lo suficiente para salir corriendo.

Con resignación, Leon se acercó a la llave y liberó a Athina. Una vez que estuvieron libres, Leon revisó que Athina estuviera bien.

Estoy bien, no te preocupes. —Athina intentó tranquilizar a Leon, acariciando su cabello como lo había hecho antes. Sus palabras y gestos lograron relajarlo. —No es tan doloroso como se ve.

Está bien... Sigamos adelante. —Leon asintió, apartándose con suavidad y ayudando a Athina a levantarse. Ambos sabían que debían continuar su misión.

𝐀𝐏𝐇𝐑𝐎𝐃𝐈𝐓𝐄──────LEON S. KENNEDYᵕ̈ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora