*ೃ༄ ── En los remotos Reinos de Poniente, la joven y audaz Alyssa Targaryen cabalga hacia su destino, a lomos de su poderoso dragón, Dracarax. Su corazón late con emoción ante el futuro, pero también con temor ante la oscuridad que se cierne sobre...
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" Nostalgia "
En la fortaleza las cosas estaba demasiado tensas. Aemond sabía dónde había ido su esposa porque su madre se lo dijo. Él dijo de traerla nuevamente pero su madre se reuso a lo que le dio.
— Déjala que esté unos días allí, Aemond — ella tomo un sorbo de Té — cuando se de cuenta del error que cometió volverá a ti nuevamente y tú allí tienes que hacerla creer que te sientes mal por todo... No dejes que te separe de tu hijo.
Alicent envenenaba el oido de su hijo, Aemond es inteligente pero el ama a su madre así que en cierta parte le creé.
— ¿Que pasa si no regresa? — comentó —. Si ella prefiere quedarse allí...
— Aemond, eres inteligente pero no tanto. Allí debemos entrar nosotros, sea como sea alyssa volverá a ti y no se podrá ir ya que la vida de su hijo tal estará en peligro.
Aemond pensaba una y otra vez las cosas que su madre le había dicho, no sabía que haría con exactitud su esposa.
Él principe no quería perderla, no ahora desde que se enteró que su hijo estaba en su vientre el no se permitiría aquello.
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La joven princesa se encontraba abrumada por todo lo que estaba pasando en su vida últimamente, ella creía que no sería capaz de perdonar a Aemond, pero esos días en Dragonstone se dió cuenta que a pasar de aquello ella extrañaba a su esposo. Extrañaba aquel tacto de Aemond y como la hacía sentir.
Su manera de hacerla sentirse amada. Sus palabras que la hacían sentir caliente y siempre la hacían sentirse segura, al menos así lo había sentido antes de todo lo que había pasado. Pero, aun así, sabía que debía pensar con la cabeza y no con el corazón. Aemond no se arrepentía de lo que había hecho, eso la dejaba consternada.
Alyssa abrió la puerta de su habitación ya que estaban tocando y alli vio a su padre en el marco.
— ¿No extrañabas las mañanas de desayuno? — pregunto la princesa.
