*ೃ༄ ── En los remotos Reinos de Poniente, la joven y audaz Alyssa Targaryen cabalga hacia su destino, a lomos de su poderoso dragón, Dracarax. Su corazón late con emoción ante el futuro, pero también con temor ante la oscuridad que se cierne sobre...
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" Loyalty "
El verdor del castillo era luminoso, todos los árboles habían perdido la mayoría de sus hojas por el verano, estaban pintados con un tono amarillo desvaído, como si estuvieran a punto de morir. El aire estaba cargado de especias, y flores. Se podía sentir un perfume a rosas, violetas y lirios.
Se dice que la princesa estuvo durante dos días tratando de dar a luz. Su madre quien se enteró de la noticia por una carta de la dama de compañía de Alyssa fue lo más inmediato que pudo a la fortaleza, ella no dejaría sola a su hija en eso.
— ¿Dónde está Aemond? — Alyssa se movía de un lado a otro para poder calmar sus contracciones, los maestres querían que alyssa se recueste pero ella no quería, ella no sacaría a ese bebé hasta que Aemond no esté allí.
— Mi princesa, todo el castillo lo está buscando pero dicen que no hay rastros de él — una de sus damas más joven respondió.
— Mi princesa creo que debe acostarse es tiempo....
— Me importa una mierda el tiempo ¡No sacaré a este bebé hasta que Aemond no esté aquí! — alyssa grito del dolor y Rhaenyra fue hacia su lado.
— Mi amor no seas tan testaruda, deja que te ayuden...
— No puedo... no puedo, mamá — respondió mientras lloraba.
Las damas ayudaron a Rhaenyra para llevarla a la cama ya que era hora de sacar al bebé.
La princesa no podía escuchar nada en aquel momento, solo podía sentir el dolor que le recorría por todo su cuerpo, cada vez que trataba de empujar. El dolor era demasiado fuerte.
— No puedo Madre — lloró, su dama tomo su mano.
— Eres fuerte, si puedes. Puedes con todo mi amor.
Alyssa se convenció de seguir intentando, pero la cosa empeoró, notaba que su cuerpo estaba empezando a debilitarse. Ella se sintió débil, y temió que no podría dar a luz.
— Tengo miedo, tengo mucho miedo — susurró.
Hasta que la princesa escucho el llanto de un bebé, allí estaba su hijo. Su bebé, suyo de ella y de nadie más
Nunca amas nada en el mundo de la manera que amas a tu primer hijo.
Miro a su pequeño bebé, después de largas horas al fin vio su carita por primera vez. Rhaegar tenía el cabello de oro al igual que ella, sus ojos violetas. Su rostro era muy pequeño y sus manos eran hermosas.
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