La cabina del Capitán Victam era espaciosa y estaba repleta de objetos fascinantes. En su centro, una gran mesa redonda se encontraba junto a un sillón de respaldo alto. Los colores de la madera coincidían con los del barco, y el suelo estaba decorado con una alfombra de un vibrante color rojo carmesí. Hacia la izquierda de la cabina, un pequeño armario contenía varios atuendos que el capitán había utilizado en aventuras anteriores. En la parte trasera, una amplia ventana ofrecía una vista panorámica de la parte trasera del navío. En la pared derecha, un enorme estante estaba repleto de souvenirs y objetos de interés.
Entre los objetos se encontraban calaveras de mármol talladas con diversos símbolos de origen mexicano, monedas de oro de varios países europeos, una extraña esfera pequeña de color amarillo óptico con las palabras "Roland Garros" impresas en ella, pinturas extravagantes de hermosos atardeceres, una pequeña brújula negra que no funcionaba correctamente, pero que el Capitán había decidido conservar por algún motivo, y una lanza griega con una punta plateada, una correa de piedras negras y tres perlas blancas en el otro extremo.
Pero los souvenirs más preciados del Capitán Victam ocupaban un lugar destacado en la parte superior del estante. Allí se encontraba una pequeña caja musical, una corona dorada con una frase tallada en su interior que decía "Olvídate de mí" y una pequeña maceta negra de la cual brotaba una hermosa planta con hojas y raíces brillantes, del color del oro.
La verdad era que el Capitán Jullias Victam había estado muy ausente de la cubierta del Missing Millon en los últimos meses. Pasaba horas meditando en su camarote, sentado en el suelo junto a un enorme mapa planisferio. Permanecía allí hasta altas horas de la noche, saliendo solo para tomar un poco de aire antes de recostarse a dormir. A lo largo de su viaje, había enfrentado miles de obstáculos y había logrado superarlos, ya que eran desafíos que la vida le había presentado a medida que pasaban los años. Sin embargo, en ese momento se encontraba perdido en su propósito y no podía encontrar la manera de avanzar.Los días pasaban y el Capitán Victam no conseguía comprender cómo debía afrontar la deriva. Finalmente, optó por no pensar en exceso; en su lugar, meditaba y permitía que su alma resonara al máximo, con la esperanza de que, tal vez esta vez, la respuesta vendría hacia él en lugar de él hacia la respuesta. Pasaron meses meditando sin parar, sin encontrar nada que llamara su atención, ninguna situación inusual o señal... hasta esa noche de marzo.
El Capitán Victam, como de costumbre, seguía meditando en su camarote, sentado en el suelo junto a su mapa planisferio, completamente relajado y en silencio. Solo escuchaba el crujir de la madera del Missing Millon y las voces amortiguadas de los marineros que caminaban con sus botas por la cubierta, entonando salomas mientras navegaban.
Esa noche, después de su meditación, el Capitán Victam abrió los ojos una vez más y miró a través de la amplia ventana de su camarote. Suspiró y se puso de pie para buscar su gran saco de cuero en el guardarropa. Al ponerse el abrigo, se dirigió hacia la puerta de su camarote con la intención de tomar un poco de aire en cubierta. Sin embargo, quedó completamente inmóvil. Algo estaba sucediendo, una sensación diferente palpitaba en su pecho esa noche. Un ligero resplandor detrás suyo hizo que su sombra se reflejara en la puerta del camarote. Giró lentamente para mirar hacia su ventana. A lo lejos, una inmensa tormenta se acercaba, con nubes negras y grises, pero lo que más le llamó la atención fueron los relámpagos que iluminaban el cielo de un inusual color violeta. Se acercó a la ventana de su camarote para observar mejor, tocando el cristal mientras continuaba observando la tormenta y confirmó que, sin lugar a dudas, esos relámpagos eran de color violeta.
Una vez más, reflejado en el cristal de su ventana, el Capitán Victam pudo ver cómo los souvenirs en la parte superior de su estante, aquellos que apreciaba más porque representaban las aventuras de su vida, comenzaron a irradiar una luz del mismo color que la tormenta. Era un violeta brillante, casi deslumbrante para sus ojos. El Capitán Victam no pudo evitar exhalar el aire que había acumulado en su pecho, sorprendido por lo que estaba presenciando.
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Fileia
Fantasy"Kidd se embarca en el navio del misterioso capitán Jullias Victam. A medida que navegan, el destino de su travesía les depararán un encuentro con fascinantes criaturas marinas que desperatara cuestionamientos profundos sobre el rumbo y significado...